Hipócritamente, pero se va

Supe que Divar se iría, lo que es un alivio, al oír a una consejera rival hacerle elogios en una tele. Le doraba la píldora para que tuviese un gesto de dignidad, con seguridad previamente pactado. En este desdichado país todo es apariencia, boato, mentira. Divar se queda para poder lucir en compañía del Rey e irse luego como si lo hiciera dignamente.  Lo de la justicia igual para todos, puede esperar, como siempre. Pacto de miserias, pero algo es algo. Entre otras cosas, puede ser un modelo para otra dimisión que pudiere llegar a ser urgente, aunque ahora todavía parezca inaudita e impensable, como la de Divar hace un par de semanas. Pero en Italia hacen estas cosas mejor.
Cosa de dos

Los viajes de Divar

Lo grave, insisto, no son los viajes de Divar, que son injustificables y que nunca debieron cargarse al erario público. Lo grave es que siga aduciendo justificaciones falsas, como si tal cosa, y que el Consejo General del Poder judicial no comprenda que debe exigirle su dimisión inmediata. La mentira debe empezar a ser intolerable, aunque ahora sea casi un mérito. Nuestra crisis es incomprensible sin el grado de tolerancia social hacia los mentirosos, pero por algún sitio hay que empezar a acabar con esta lacra, y no es malo que sea por el primero de los jueces, el más obligado a la trasparencia, al estricto respeto de la ley ya al ejemplaridad. ¡Que se vaya Divar, cuanto antes! España y su moralidad pública necesitan esta dimisión urgentemente, de manera inmediata. 
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