A veces parece como si los españoles padeciésemos trastornos bipolares, pasando de la euforia a la depresión con demasiada rapidez. Quizá sea cosa de nuestro reciente bautizo financiero y de las murgas que nos endilgan los analistas de bolsa. Nuestras relaciones con el euro, con Alemania y con una cierta normalidad económica están sometidas a esa bipolaridad que nos hace difícil pensar las cosas con un mínimo de calma. Con los entusiasmos deportivos pasa lo mismo, desde la locura por ganar dos Eurocopas seguidas a la depresión, y búsqueda de culpables, por ser eliminados por Japón y Honduras, dos grandes potencias emergentes. La explicación tal vez esté en nuestros esfuerzos por no mirar directamente a las cosas, resulta que no pueden gustarnos y nos ponemos como Juana la Loca.
Un poli irlandés
Un poli irlandés