Es realmente misterioso cómo se puede preferir un régimen como el cubano, en el que cabe toda mentira porque el poder es absoluto, a los regímenes, por corruptos que estén, en los que queda alguna sombra de respeto a la verdad, es decir, a la libertad de todos y de cada uno. Los protagonistas del supuesto accidente que costó la vida a Oswaldo Payá todavía no han podido decir nada, tienen que esperar a que el régimen de los tiranos acomode violentamente los testimonios posibles al único relato que desea, a lo que ha hecho o a lo que, por lo menos, le conviene que parezca.
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