Los nacionalistas catalanes lograrían la cuadratura del círculo de conseguir la independencia que dicen buscar. Es claro que no dicen lo que realmente quieren, sino lo que necesitan para conseguirlo. La mejor manera de tratarlos es sin caer en sus trampas, sin renunciar a tener presentes la enorme distancia entre los ideales que proclaman y la práctica que realmente promueven; para decirlo con la mayor claridad: quieren tener una justicia propia para robar sin riesgo alguno y a pierna suelta, una policía propia para detener a los que no estén de acuerdo, una hacienda propia para no pagar impuestos, y unos presupuestos propios para pasar del 3% al 30%, mientras el cuerpo aguante. Es posible que haya ingenuos a los que esto les parezca bien y, efectivamente, ha crecido la tribu de los que se creen resultarían beneficiados con la imposible cuadratura, con la chapuza oportunista que vayan obteniendo, pero tan imposible como cuadrar el círculo es que la demografía catalana les apoye, y que los charnegos bendigan su sempiterna sumisión. Más fácil es, sin embargo, que los partidos, gobernados por tipos humanos muy similares a la casta pujolista, cedan en lo que haga falta para que pueda continuar su propio negocio, esta vez en contra de los intereses de todos los españoles. Lo que es asombroso es que haya quienes puedan pensar que se trata de unos patriotas generosos y tipo Gandhi, hace falta ser muy miope, pero siempre hay tontos dispuestos al sacrificio en el altar de turno.
Mientras tanto, a cumplir la ley y, a ser posible, a mejorar la democracia, a imponer una poliarquía real, a acabar con la partitocracia corrupta, a promover la ejemplaridad, algo que los dejaría reducidos a la nada en muy poco tiempo.
Riesgos digitales
Riesgos digitales