Ojo con no confundirse

El separatismo catalán plantea un reto endemoniado, entre otras cosas porque no es separable de los defectos del sistema; lo que quiero decir es que una democracia en forma, de la que carecemos, resolvería mejor las complicaciones que plantean unos políticos bastante  corruptos pero que manejan muy bien sentimientos, que, aunque se puedan considerar equívocos o absurdos, no son, por eso, menos reales y peligrosos. La primera cosa que hay que hacer, por tanto, es darse cuenta de que tenemos un grave problema, lo teníamos ya, pero se está agravando, y la segunda cosa es reparar en que el tacticismo debería dejar paso a posiciones más sólidas y más de fondo… pero eso empieza a parecerse peligrosamente a lo que nuestra sabiduría popular describe como pedirle peras al olmo. 
Como no me gusta ser pesimista, pero me gusta menos ser iluso, creo que la solución, aunque la palabra sea inadecuada, hay que acordarse de la conllevancia orteguiana, tiene que ir por la línea de propiciar más libertad y más democracia, en lugar de más privilegios para una oligarquía que maneja ya muy bien sus hilos populistas y que está dispuesta a todo, o eso quiere hacer creer, para no poner en riesgo sus mamandurrias. 
Europa y Torrelodones