Aunque pueda parecer lo contrario, lamento el mal paso en el que está metida la dirección nacional del PP, pero lamento más todavía que no se de cuenta de la única salida en ese atolladero tan bien ingeniado por quien habrá sido, con toda probabilidad, el mayor beneficiario de la corrupción y el cohecho en nombre de los altos intereses del PP.
No se arregla nada tratando de evitar en el futuro lo que se niega que haya ocurrido en el tiempo pasado. Es más, para evitar que vuelva a suceder es mucho más lógica la ejemplaridad y la asunción de responsabilidades que la creación de nuevas normas que se podrán burlar en el futuro con la misma facilidad que se evitaron las previamente existentes. El problema es que quienes se arriesgan a convertir una idea política en una mafia de intereses particulares no pueden ir contra lo único que les importa, su carrera personal, y están dispuestos a derribar lo que haga falta con tal de seguir en sus poltronas, vano deseo, negando hasta las evidencias más hirientes, y usando a fondo las posibilidades que todavía les concede el poder que mantienen, en precario y no por mucho tiempo.
Pudiere ser que la sociedad española acabe tragando esta ridícula comedia de enredo para aceptar que Bárcenas haya sido, simplemente, un genio de las finanzas, capaz de sacar mucho de la nada, y que nunca nadie en el PP haya hecho nada de lo que debiera avergonzarse pese a lo que digan unas fotocopias supuestamente falsas, aunque no del todo, como ya se ha visto. Puede que a base de enredos, vueltas y revueltas acaban judicializando, es decir controlando, un comportamiento político indecente, pero el precio que todos habremos de pagar por esa maniobra es ahora mismo incalculable, de manera que preferiría que fuesen algo más generosos, más patriotas y más razonables y dejasen de intentar que nos comamos crudos todos sus sapos para poder seguir votando, como si nada hubiese pasado nunca, a un partido que habría dejado de existir para convertirse en algo así como el partido de la contabilidad creativa y el truco procesal.