El derecho a decidir


Ayer hubo dos noticias realmente insólitas, que IU se apunte al derecho a decidir que defienden los separatistas catalanes, lo que no  confirma otra cosa sino que IU es un contenedor de desechos políticos, y que el PSC presentó en el Parlamento Nacional una propuesta de reforma constitucional federalista  que se dijo estaba inspirada en Vicente del Bosque, que ya es metáfora. O sea que el PSC es el cobijo de todos los complejos y alguna tontería oportunista.
El derecho a decidir es una melonada, y las melonadas no tienen remedio, hay que apartarse de ellas con prontitud, claridad y decencia, a ver si el melón que las defiende recupera el buen sentido, cosa difícil, pero, sobre todo, para evitar que las melonadas acaben en tragedia.
Lo contrario de todo esto es un mínimo de claridad política, de respeto a la democracia y a los derechos de los ciudadanos. Es fácil, pero es insólito que se recuerde así y se actúe así. Los políticos actúan sólo para su pequeño mercado simbólico, en su círculo de prejuicios e intereses, se han olvidado del personal, de la gente, de los ciudadanos, y eso es grave y puede ser mortal. Las revoluciones pueden ser inevitables si se prostituyen, a la vez, el derecho y el buen sentido, inventando asimetrías y estados de conveniencia que solo son perpetuaciones de un estado calamitoso.  Y, por cierto, la senda del déficit no es motivo para que un líder extremeño se ponga estupendo y olvide que su región tiene un 35% de empleados públicos y que eso sería insostenible sin el esfuerzo de todos los demás, incluyendo los catalanes, los españoles que viven en Cataluña.
Por todo esto traigo aquí una intervención política de excepcional claridad, el discurso de Alberto Rivera en el Parlamento de Cataluña, hace unos meses. Es una joya de insólita clarividencia, de decencia, de oportunidad, un ejemplo de lo que debiera ser la política, una actividad que no puede hacerse ignorando realidades esenciales, poniendo el interés de una camarilla por encima de todo con la muletilla estúpida del absurdo derecho a decidir. Necesitamos más democracia, mejor democracia, democracia verdadera y no esté asqueroso brebaje partidista, indigesto y mortal.

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