Diana de Gales

He visto la película sobre Diana porque creo que el caso es de los que mejor expresan una de las novedades de la sociedad contemporánea, la vida a la intemperie, la ruina de la intimidad, de la conciencia y del respeto, la incultura, en suma, porque la cultura es siempre una forma de pudor. No sé si lo que la película cuenta es verdad o no, me parece un relato ligeramente pro Windsor, pero la tragedia de la Princesa es un símbolo de cómo se vive hoy en día: sin familia, sin apenas intimidad, sin afectos personales sólidos, y absolutamente dependiente de prejuicios externos, de la barbarie. En el caso de Diana eso se llevó al extremo, porque el fondo del asunto es que la vida de cada cual puede ser devorada por la presión social, y ella pensó, o eso es lo que insinúa la película, que una fama universal, como la suya, le daba el poder de saltarse lo que fuere, que todo estaría a su alcance porque era un símbolo de lo que se tiene por bueno y tierno, en ocasiones lo es, pero su dosis fue tan excesiva que su vida personal se hizo imposible, y sin vida personal no se puede ser feliz, ni siquiera se puede estar bien. 
La Monarquía, con todos sus defectos, expresa una manera inteligente y posible de vida personal, de equilibrio entre fama y privacidad, tal vez hipócrita, sin duda, pero crea una fórmula de librarse de la agresión de la fama sin control, mientras que la exposición pública, aunque sea bajo el manto de lo adorable, se convierte en una depredación, en antropofagia. 
Tal es, me parece, la lección, que en la medida en que lo privado perezca frente a lo público, la barbarie inmoderada a incontrolable se convertirá en ley. 
Esto tiene una lectura política más general : puede parecer que es una pena, pero cuando la democracia se aplica fuera de su sitio y de sus límites formales es la ley de la selva. Dicho de otro modo, cuando hay respeto a la ley, a que existan ámbitos en los que la ley de la fuerza, que es la fuerza de la democracia, no pueda aplicarse, esa energía, que es positiva, se equilibra con la fuerza de la ley, y la vida pública civilizada resulta posible, pero cuando se olvida que la ley vale por algo más que por la fuerza que parece respaldarla, se abre el paso a la rebelión, vuelve la guerra y eso siempre ocasiona víctimas mortales. Diana fue un ejemplo dorado y couché de lo que se rompe cuando la ley formal se sustituye a la ligera por el peso de la fama o por el impulso de la opinión.

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