Salvador Sostres no deja a nadie indiferente, esa es una virtud importante en un mundo tan carcomido por la hipocresía y la corrección política. Hoy estoy completamente de acuerdo con lo que dice en El Mundo y me sumo al homenaje que le hace a Alejo Vidal Quadras, un político extraordinario que, al parecer le sobra al PP, ¡qué cosas!
Transcribo abajo el memorable y placentero texto sostriano:
«Parece ser que el Partido Popular va a prescindir de Alejo Vidal-Quadras y no le volverá a presentar a las elecciones al Parlamento Europeo, del que es en la actualidad vicepresidente. El portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Alfonso Alonso, ha comentado que no le extraña porque Vidal-Quadras lleva meses siendo un «activista destacado en contra del partido y del Gobierno de Mariano Rajoy».
El problema de la derecha española es que al no tener casta, ni clase social, tampoco tiene sentido de lo patrimonial, y es capaz de prescindir de una de las inteligencias más fértiles que ha dado la política española desde la recuperación de la democracia. Sería como si para poner un spa en su lugar, derribáramos la casa que Coderch construyó en el jardín porque era amigo del abuelo.
Si el PP fuera realmente un partido de derechas, de derechas como Dios manda, Alejo tendría rango de noble, de patriarca; y sería invitado a discrepar siempre que lo considerase oportuno, y sus reflexiones no serían temidas con recelo, sino celebradas como una lección de estilo. Personajes como Alfonso Alonso le sujetarían el abrigo.
Si la derecha española tuviera clase, y una idea clara de lo que es y significa el patrimonio, presumirían de Alejo Vidal-Quadras, procurarían hacerle caso. Y cuando no pudieran, por oportunismo electoral o cualquier otra bajeza, asumirían sus postulados, le escucharían con respeto, le aplaudirían la valentía de no sucumbir y de permanecer combatiente y libre, sin otra fidelidad que la que guarda a su honestidad intelectual. Le agradecerían que fuera digno de dedicarse a la política.
Si tuviéramos una derecha con estructura moral y deseo de mundo mejor, Vidal-Quadras no sería apartado de ninguna lista ni, todo hay que decirlo, estaría aparcado en Europa. Pero como en España no tenemos derecha sino un cámping un poco menos cutre que el otro -y a veces ni eso-, lo que acaba siendo noticia son las pequeñas deposiciones de un tal Alfonso Alonso, que jamás ha hecho la menor aportación ni a las ciencias ni a las letras, ni a la retórica ni a la oratoria, ni a ninguna otra disciplina intelectual o artística, y es simplemente un mindundi más con el que una derecha invertebrada, sin prestigio ni honor, chapotea en el descorazonador lodazal socialdemócrata.
Una derecha que no se puede permitir a un hombre tan extraordinario como Vidal-Quadras, tan inteligente, tan brillante, tan temido y tan odiado por los apologetas de las categorías débiles; una derecha que tiene a don Alejo Vidal-Quadras en sus filas y a la única conclusión a la que es capaz de llegar es que discrepa en ocasiones de su presidente, no está preparada para liderar la revolución estilística y moral que España necesita para superar el relativismo tercermundista en el que vive sepultada, y que es lo que causa todos los demás atrasos.
La derecha es una clase, y por lo tanto un sentido de lo patrimonial. Un estanque en el jardín, y una larga conversación donde lo de menos es el resultado y lo que importa es la inteligencia y la virtud, la sonrisa por encima de la querella, el talento como artilugio, el gusto de vivir expresado con audacia y con belleza, y esa ternura infinita con que mecemos el tiempo y las ideas.»