Como la fuente se esconde, provisional y retóricamente, simulando salir del vientre de una ballena, la omitiré yo también, pero el objeto es inocultable, aunque el manantial sea ya tradicional, extremadamente moderado, claro y cortés:
«Nada puede soliviantar a un patriotismo que mira las cosas con alguna sutileza como la supervivencia de un gran partido exento de ideas políticas… Pensadores, luchadores, héroes formaron el partido porque necesitaban forjar un órgano a su idealismo, a su doctrina. Ahora acontece lo inverso: el partido se compone, en su inmensa mayoría, de gentes que no son otra cosa que miembros del partido. El partido no vive de ellos, ellos viven del partido. He aquí lo que es el partido: un recinto donde los últimos representantes de la España vieja se hacen fuertes contra la nueva opinión pública»
Siempre me han gustado las citas y las definiciones, de manera que me alegro de un diagnóstico tan certero, aunque ya tenga 100 años, pueda repetirse sin ningún cuidado, y sea quien sea el repetidor porque la verdad es la verdad aunque la diga el porquero y no Agamenón. La pregunta es: ¿serán los españoles valientes o preferirán seguir votando a esos suyos que todo lo han corrompido?