Mas entre la realidad y el imposible

He leído el discurso de Mas. Es una pieza correcta y sería asumible si no diese en suponer que existe algo que no existe y que no existe algo que sí existe. Que Cataluña es, o ha sido,  una nación desde el punto de vista cultural, no ofrece demasiadas dudas, ni tiene otro interés que el histórico; que Cataluña no ha sido nunca, ni es ahora, ni podrá ser nunca una nación en el sentido político es algo bastante obvio, aunque el futuro no esté nunca del todo escrito.
Que Mas  crea que es fácil pasar de lo que no es a lo que es, sin violencia, sin olvidarse del estado de derecho, sin vulnerar la democracia y sin saber a dónde se va, no a Europa, desde luego, pues Mas sabe muy bien que fue esta advertencia europea y no la corrupción, lo que le quitó los votos que han ido al sector más radical y escasamente leído  del nacionalismo, que Mas crea esto, digo, es sorprendente, pero parece cierto.  Pues bien, Mas puede creer lo que quiera, estamos en un país libre, pero no puede hacer que el pueblo catalán constituya un sujeto político capaz de autodeterminarse, primero porque el único pueblo catalán realmente existente seguramente no querrá hacerlo, ni ahora ni en muchos años, y segundo porque no es la creencia sino el derecho efectivo el que rige las relaciones políticas. Yo no puedo, y Mas tampoco, presentarme con cien mil personas, por poner un número, ante, por ejemplo, el Banco Santander y decir nosotros creemos que este banco es nuestro, así que «váyase señor Botín».  La diferencia esencial con el ejemplo, deliberadamente absurdo, es que, hasta ahora, el «señor Botín» ha estado haciendo como que no le importaba el banco y ese es un error que no se puede seguir cometiendo.  

Motorola y Google

Sentirse español

Resulta que hay quienes no se sienten españoles y quieren dejar de serlo: perfecto, que lo dejen, no hay trabas para ello. Lo que no pueden pretender es que en pago a su desprecio por nuestra común condición, se salten a la torera nuestras leyes, y se queden con parte de nuestro país, que no es solo suyo porque es también nuestro. Se han acostumbrado mal, porque hemos cedido mil veces para ver si empezaban a ser leales y algo menos picajosos, pero nos llaman ladrones y nos insultan, diciendo además que les odiamos. No es verdad, y punto. 
Sostres sostiene que esto va de lo de siempre, pero la verdad es que ya es muy cansado y hay que cambiar de actitud, no se puede seguir siendo tolerante, comprensivo y generoso con quien, si nos descuidásemos, nos sacaría los ojos. A ver si se enteran los del PSOE y dejan de dorar la píldora a los nacionalistas, pero es difícil, qué se le va a hacer.