La chispa de la vida

Fui a ver la película de Alex de la Iglesia por recomendación de dos amigos y con el escepticismo que me es propio en esta clase de cosas. Tal vez por la actitud reservona, la película me ha gustado, me lo ha hecho pasar mal, a veces he reído y, desde luego, mueve a pensar, mucho más de lo que se nos suele ofrecer en las pantallas españolas. Además nadie sale ni en pelotas ni cagando, lo que es una auténtica novedad, a mi modesto entender. 
No es que sea perfecta, pero Alex de la Iglesia, que desde luego conoce el paño, ha moderado razonablemente su tendencia al circo, y ha contado una historia original, actual, contenida e interesante. Hay algunos excesos, desde luego, porque, por poner un ejemplo, es evidente que nuestros alcaldes no son lo mejor del país, pero, en general, tampoco son tan gilipollas como el de la película: también en la caricatura hay que ser modosos, pero predominan los aciertos y, lo que no deja de ser casi increíble, una mezcla grata de buenos sentimientos y valores muy recomendables.

Una SOPA indigesta