Que los sectores más radicales y más demagógicos de la izquierda, por ejemplo los intelectuales y artistas de la ceja, empiecen a estar contra Zapatero es un síntoma inequívoco de que le saben perdedor. Estas gentes tienen un instinto infalible y nunca muerden la mano que les da de comer, son perros viejos, heredan el instinto pedigüeño y zalamero, cuando conviene, de pícaros y cómicos de la legua, de viejos vividores. Si ahora salen de nuevo a la calle es porque saben que han de preparar el terreno para los que vienen, que no se crean éstos que lo suyo les va a salir de rositas. La derecha, que a veces parece tonta sin remedio, se dedica a afearles su conducta censurando que no salgan a la calle con el «no a la guerra» ante esta hazaña bélica tan humanista, en opinión de los ministros que parecen haberse vuelto del PP, a ver si cae algo de tipo institucional en lo que venga. Pues ya lo ven, empiezan a salir los de la ceja, los artistas revolucionarios, los incondicionales. Olfatean el fin de un ciclo, y siguen mansamente las consignas memas de los de enfrente para que éstos no se olviden de que existen, y de que son capaces de enfrentarse hasta a un gobierno moribundo.
Otra idea equivocada sobre la edición digital
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