Kurzweil

Me parece que ninguno de los libros de Ray Kurzweil se han traducido al español, y que lo que pueda saber el gran público acerca de sus teorías se reducirá, probablemente, a alguna entrevista en relación con su propensión a ingerir una abundantísima clase de pastillas, y a relacionar ese hábito con el logro de la longevidad, o a la entrevista que le hizo Eduardo Punset en 2008. Kurzweil no es ningún chalado, desde luego. Sus empresas han tenido que ver con la invención de los OCR o programas de reconocimiento de textos, los scaneres y los sintetizadores, y es uno de los pensadores más prestigiosose influyentes en el mundo de las tecnologías de la información.

Lo traigo aquí a colación porque, leyendo sus obras, me he encontrado con que, en el fondo de su pensamiento, hay una inspiración muy cercana a una idea orteguiana referente a la relación entre la naturaleza humana y la tecnología. Dice Kurzweil que nuestra especie está inherentemente empeñada en extender sus capacidades físicas y mentales más allá de sus limitaciones corrientes, una afirmación que está en la base de la meditación orteguiana de la técnica.

Naturalmente, Kurzweil no se limita a constatar esto, sino que, y aquí está lo más característico de su obra, apuesta de manera decidida por la idea de que la tecnología y la naturaleza humana se fusionaran para trascender lo que hasta ahora hemos sido. Los más jóvenes podrán ver hasta qué punto acierta el bueno de Ray, porque se fija como horizonte la primera mitad de este siglo, que ya va para la decena de años. Otros podremos permitirnos el lujo de discutirle porque seguramente no llegaremos a la cita, que, como de costumbre, traerá algún retraso. Ray arriesga mucho, y el que arriesga adquiere una propensión a equivocarse. Yo casi me conformo con comprobar si resulta cierto el pronóstico que atribuye a Watson de que, antes de diez años, la FDA autorizará una sustancia que permita comer sin límites y sin miedo a la obesidad: no sería un mal comienzo para una serie de profecías muy llamativas.