La frivolidad política

La frivolidad es mala casi en cualquier escenario, pero en política es letal. La definiría como hablar y no hacer, simular batallas contra molinos de viento e ignorar los problemas reales. Es una tentación muy peligrosa, y muy abundantes los que se abandonan a esta moda tonta y perniciosa, pero con grandes posibilidades de sobrevivir en un país sectario y maniqueo, heredero legítimo de la guerra santa bautizada de diversas maneras. Es mal pernicioso donde los haya, y difícil de catalogar y combatir, porque simula muy bien lo que no es; puede hacerse pasar por liderazgo, y hasta por valentía. Es plaga que crece con la obsequiosidad de los cortesanos, y la idiocia general. 
Tonterías en la radio