No me ha extrañado leer que Izquierda Unida pretenda dar cauce parlamentario a las ideas del 15M, y no me extraña porque si hay algún partido que sea bastante ajeno, en su fondo y en sus ideas, al parlamentarismo es, precisamente, Izquierda Unida. Esto no es ni bueno ni malo, es lo que es, me parece a mí. Lo que en el 15M le interesa a Izquierda Unida será, con toda probabilidad lo que ella misma o sus satélites habrán puesto ahí, o las generalidades a las que nadie pueda decir un no absoluto. Tanto el 15M como Izquierda Unida tienen algo de anti-político y no es extraño que haya por ahí un maridamiento más o menos oportunista. El problema es que cuando se quiere hacer política con lo anti-político, como cuando se hace, por ejemplo, desde la religión, se suele pretender algo que, en el fondo, equivale a negar la política, de la misma manera, por citar otro caso, que el llamado «comercio justo» supone, en el fondo, una negación del mundo mercantil, tal como es en la realidad.
Las formas de lo anti-político son parte esencial de cualquier paisaje social y probablemente sea absurdo pretender una sociedad tan cuerda y bien ordenada que fuese absolutamente impensable la aparición y la fecundidad de lo anti-político. Sin embargo, pese a que aprecie la buena voluntad que pudiera suponer, no deja de parecerme un absurdo la cuadratura del círculo.
Menos lobos con las redes, Caperucita
Menos lobos con las redes, Caperucita