La convocatoria fallida

Zapatero ha cometido tantos errores de apreciación y de pronóstico a lo largo de su mandato que no tiene nada de particular que a la hora de convocar las elecciones de manera anticipada se hay quedado corto, se haya equivocado una vez más. Solamente un superdotado para las pifias podría conseguir lo que ha hecho Zapatero, tratar de cerrar su ciclo presidencial con una anticipación tardía. Muchos españoles, notablemente hartos de su Gobierno, respiraron al conocer el adelantamiento, pero ni siquiera esa alegría podría ocultar el disparate partidista que supone dejar al país cuatro largos meses al pairo para que el compañero Rubalcaba componga una faena de aliño.
Como era de esperar, la reacción del mercado ha sido pésima. Es normal que se inquieten unos señores que saben que está en riesgo el cobro de sus intereses ante la pachorra de quien no hace nada por demostrar que vaya a poder pagarlos, y además se toma con toda la calma del mundo la tarea de poner el poder en manos más expertas y decididas. No es verdad que los especuladores estén atacando la solidez económica de España, lo que ocurre es que los tenedores de deuda se asustan al ver la increíble irresponsabilidad de quien no se conforma con haber sido incapaz de enderezar la economía española  sino que da muestras de su absoluta incompetencia pretendiendo dejar al país sin una dirección política definida durante casi medio año, y mientras resulta evidente que la capacidad de compra de los mercados está reducida por saturación. El Gobierno ha puesto cara de que iba a hacer grandes cosas, pero los mercados ya se han dado cuenta de que este Gobierno miente más de lo que habla, ha dicho que iba a hacer, pero no ha hecho nada que le supusiera realmente un desgaste, a parte de castigar a pensionistas y funcionarios, y ahora pretende seguir sesteando durante cuatro meses al abrigo de una calma inexistente. Los mercados saben que todavía no se ha hecho nada medianamente serio que indique que podamos empezar a crecer y a disminuir el coeficiente de los ingresos del Estado que ahora hemos de dedicar a pagar los intereses de la enorme deuda que ha generado el presidente más incompetente de la historia de la democracia. Está claro, por tanto, que la amenaza económica es tan fuerte que es incompatible con este falso adelanto, con una de esas simulaciones que no sirven para nada. Las circunstancias económicas son tan graves que la única solución que nos queda es ir a elecciones el primer día que se pueda, a primeros de octubre y no a finales de noviembre.
Desde el punto de vista político, este moroso adelantamiento es también un disparate, parece hecho a la medida para que los indignados puedan preparar con calma sus nuevas representaciones, esta vez claramente urdidas en comandita con el candidato Rubalcaba,  lo que supondrá generalizar una imagen de la situación española que no favorece en nada la estabilidad de nuestra economía, la estampa de un país con una dirección política irresponsable y demagógica, en la que unos señores desarrapados y sucios se adueñan de la calle por las bravas para quejarse porque los ahorradores pretenden que se les devuelva lo prestado.   
Zapatero sabe que su salida del poder no será especialmente brillante, pero está a punto de evitar, todavía, que resulte completamente deshonrosa si, por una vez, tiene reflejos y convoca las elecciones de manera inmediata, sin ninguna demora, como haría cualquier político decente si comprendiera que su continuidad supone un riesgo inasumible para la patria.
El único problema de los e books