¿Qué preferimos, médicos o pasteleros?

En el Gorgias, un diálogo platónico del que comúnmente se dice que trata de la retórica, Sócrates contrapone el lenguaje halagador de los cocineros con el lenguaje austero de los médicos para explicar que los niños, o los hombres que se comportan como niños, preferirían seguramente seguir el consejo de quien les procura placeres halagadores  que el de quienes, preocupados por su salud y por su mejor bienestar a largo plazo, les incitan a la contención y a la disciplina.
A este texto alude  un espléndido artículo de dos médicos, José Luis Puerta y Santiago Prieto, para mostrar cómo el sistema sanitario español no puede presentarse como una mera víctima de la crisis económica, sino como un sector al que se ha llevado, de manera bastante irresponsable, a un aumento desenfrenado e incontrolable del gasto, un problema que llevamos muchos años, al menos desde el informe Abril, sin querer afrontar. 
En opinión de Puerta y Prieto, la crisis sólo ha servido para aflorar el déficit de más de 15.000 millones de euros de la sanidad, de ningún modo para crearlo, pero los electores, y los partidos, de manera sumamente irresponsable, siguen prefiriendo la retórica suave y halagadora de los cocineros en lugar de atender a la realidad que nos recuerdan los médicos, los datos innegables de algo que no resulta sostenible por más tiempo. Puerta y Prieto advierten que, de seguir así, se puede llegar a una situación muy paradójica en que el gasto en sanidad se emplee en auténticos caprichos y disfunciones sin que haya dinero para atender a lo que de verdad sea esencial. Su artículo es una llamada a la contención, al destierro de la demagogia, pero es tal el barullo que arman los cocineros dispuestos a ganar clientela a cualquier precio,  que es fácil que nos sigan engañando a todos y tirando el dinero que no tenemos, mientras continúan afinando su retórica social y ciega. 


El valor del dinero