Mubarak se ha ido


Y nadie sabe cómo ha sido. Los acontecimientos del norte de África tienen todas las características necesarias para dar píe a teorías absolutamente contrarias, para que alabemos el papel de la juventud, ese viejo prejuicio tan caro a los nazis, la importancia de Internet y de las redes sociales, lo dicen los periodistas y lo repetimos todos, pero también para que si nos ponemos en serio a pensar en ello no sepamos a qué atenernos. ¿Ha cedido el régimen egipcio, del que es probable que Mubarak fuese ya solo una máscara, o ha pasado por una crisis cíclica y pasajera de la que saldrá más robustecido? Se trata de acontecimientos que apenas podemos juzgar, desde la distancia y todavía. No hay que llegar a lo que se atribuye a Mao (“es un poco pronto para opinar sobre la revolución francesa”), pero es algo frívolo juzgar a base de crónicas y retazos de telediario lo que vaya a pasar en un lugar tan enorme y complejo como Egipto. Ni siquiera es seguro que vayamos a vivir grandes acontecimientos, salvo que la dirección de cuanto ha ocurrido esté en manos de otros, americanas, por ejemplo, pero ni yo lo sé ni, caso de ser cierto, apostaría por que estuviese claro lo que eso pudiera significar.  


Nokia y Microsoft se conciertan