Los viajes de Divar

Lo grave, insisto, no son los viajes de Divar, que son injustificables y que nunca debieron cargarse al erario público. Lo grave es que siga aduciendo justificaciones falsas, como si tal cosa, y que el Consejo General del Poder judicial no comprenda que debe exigirle su dimisión inmediata. La mentira debe empezar a ser intolerable, aunque ahora sea casi un mérito. Nuestra crisis es incomprensible sin el grado de tolerancia social hacia los mentirosos, pero por algún sitio hay que empezar a acabar con esta lacra, y no es malo que sea por el primero de los jueces, el más obligado a la trasparencia, al estricto respeto de la ley ya al ejemplaridad. ¡Que se vaya Divar, cuanto antes! España y su moralidad pública necesitan esta dimisión urgentemente, de manera inmediata. 
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