En Vox habíamos dado toda clase de muestras de estar dispuestos a acudir a las elecciones europeas en coalición con los pocos partidos con que compartimos un ideario de respeto a la democracia, de renovación política, y, en consecuencia, de aprecio a la unidad nacional, al imperio de la ley y de denuncia de las supercherías para implantar privilegios y desigualdades. En estas elecciones se podrían olvidar otros factores como, por ejemplo, la orientación política, más o menos liberal, más o menos estatista, y otras cosas relativamente secundarias en el momento actual de España. Se trataba de unir para abrir un hueco a fuerzas renovadoras, pero no ha sido posible y, lo que es peor, ha habido cierto mal estilo al desechar la posibilidad con un mohín afectadamente despectivo. Vamos que Ciudadanos ha hecho con Vox lo que UPyD le había hecho, y mal en ambos casos. En política, como en la vida, es más fácil predicar que dar ejemplo: mucho hablar de lo que nos une, pero, a la hora de colaborar, yo con lo mío que lo mismo tú me arrebatas algo. Es una pena por lo que denota, no por lo que pueda suponer. En particular, pienso que Ciudadans se equivoca doblemente, que puede sufrir con una doble pinza entre Vox y UPyD, por aceptar la alineación más clásica. En fin, que el elector decida, que siempre es bueno, aunque puede lamentar que no le hayan dejado intentar lo mejor.