Las calles de Madrid


Están nuestras calles muy alteradas por la visita del Papa, pero me parece una alteración feliz y alegre. Hoy he paseado por las zonas aledañas al recorrido papal y me he mezclado con inmensas multitudes de chavales de todas partes con la misma cara de confianza en estar haciendo algo bueno. Creo que hasta para los agnósticos y los ateos no muy sectarios es buena la noticia de la religión en la calle, porque no todo va a ser follar, ganar dinero y engañar a quién se pueda. Esta gente nos da testimonio de que la vida puede vivirse de otra manera, nada fácil, por cierto, se tenga éxito o no. Les remito a un par de escritores, Sostres y Gistau, ambos en las páginas de El Mundo, que creo han sabido ver bien, y con ojos bastante neutrales, el significado hondo de estos días. El director de ese periódico se ha dejado llevar, sin embargo, por el tópico antipapal y ha titulado la portada con un «el Papa arremete» completamente inadecuado, se mire por se mire.
Tengo algunos amigos que dicen eso de «que rabien los de izquierdas»; no comparto ese punto de vista que politiza innecesariamente algo que está más allá de cualquier política, que se asienta en estratos sentimentales y lógicos mucho más profundos y menos usuales. Yo me he sentido emocionado, estimulado y alegre y me gustaría que muchos más compartiesen ese sentimiento que nace, a la vez, del movimiento de millones jóvenes y de unas palabras, las del Papa, que tienen ese inconfundible aroma de lo que es inactual pero verdadero y serio. ¡Que les aproveche!
Erudición en la red