La libertad y las burlas

Es muy frecuente que artistas y otras gentes de vida airada, sindicalistas, políticos sin mucho que ganar, etc. hagan determinadas manifestaciones que pueden ofender, y, al parecer, ofenden, a determinadas personas, o a la religión, a la patria o a cualquier otro ideal respetable, que son muchos. Me gustaría convencer a todo el mundo de que carecen por completo de sentido las reacciones represivas, los castigos, las amenazas, lo que fuere. Mientras estemos hablando de libertad de expresión, creo que lo lógico es no darse por afectado, es decir, hacer exactamente lo contrario de lo que pretenden los provocadores. Creo que la libertad consiste, como dijo Hayek de manera insuperablemente breve y clara, en que los demás puedan hacer cosas que no nos gusten, y que lo inteligente no es reaccionar haciéndose el ofendido, sino, gracianescamente, no hacer aprecio. Además, hay que tener un criterio interpretativo lo más abierto y tolerante que se  pueda, de manera que se alcance a ver que lo que pueda parecer ofensivo no siempre lo sea. Claro es que a la gente le gusta mandar, pero eso también debe moderarse cuanto se pueda.
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Las calles de Madrid


Están nuestras calles muy alteradas por la visita del Papa, pero me parece una alteración feliz y alegre. Hoy he paseado por las zonas aledañas al recorrido papal y me he mezclado con inmensas multitudes de chavales de todas partes con la misma cara de confianza en estar haciendo algo bueno. Creo que hasta para los agnósticos y los ateos no muy sectarios es buena la noticia de la religión en la calle, porque no todo va a ser follar, ganar dinero y engañar a quién se pueda. Esta gente nos da testimonio de que la vida puede vivirse de otra manera, nada fácil, por cierto, se tenga éxito o no. Les remito a un par de escritores, Sostres y Gistau, ambos en las páginas de El Mundo, que creo han sabido ver bien, y con ojos bastante neutrales, el significado hondo de estos días. El director de ese periódico se ha dejado llevar, sin embargo, por el tópico antipapal y ha titulado la portada con un «el Papa arremete» completamente inadecuado, se mire por se mire.
Tengo algunos amigos que dicen eso de «que rabien los de izquierdas»; no comparto ese punto de vista que politiza innecesariamente algo que está más allá de cualquier política, que se asienta en estratos sentimentales y lógicos mucho más profundos y menos usuales. Yo me he sentido emocionado, estimulado y alegre y me gustaría que muchos más compartiesen ese sentimiento que nace, a la vez, del movimiento de millones jóvenes y de unas palabras, las del Papa, que tienen ese inconfundible aroma de lo que es inactual pero verdadero y serio. ¡Que les aproveche!
Erudición en la red