El PSOE de ZP llegó al poder tratando de imponer su lenguaje. Aunque términos como talante ya están por completo fuera de uso, este gobierno le ha cogido gusto al mando de la palabra, a decir lo que es. En esa tarea, ZP está dando muestras de un radicalismo incompatible con cualquier manera de entender la democracia, porque está negando cualquier sentido a las opiniones ajenas. Ha habido temas en los que ha tropezado con la oposición radical del público, como, por ejemplo, en los inauditos intentos de criminalizar al vino que protagonizó quien ahora se encarga de enderezar la economía, pero en general ha tenido cierto éxito. Y como a todo el que tiene éxito le acaba por tentar el abuso, el gobierno se comporta de manera cada vez más absolutista.
Empecemos por el uso indebido de un avión militar para asistir a mítines de partido. Se trata de un proceder sin precedentes y que revela que, a falta de mejores motivos, el culto al líder está en su apogeo. Zapatero quiere parecerse a Obama y ha debido de pensar en que si Obama va en el Air Force One, él se merece como mínimo un Falcón. Luego, ante las denuncias y protestas, viene la retórica de la seguridad y lo que haga falta para justificar su capricho.
Se ha comparado a ZP con personajes de Carroll, pero lo que de verdad le cuadra, a él y a sus secuaces, es el lenguaje orwelliano, el doble pensar, el hacer que las palabras signifiquen lo que a ellos les viene en gana, incluso, cuando parezca necesario, una cosa y su contraria.
En el caso del aborto han batido todos los records, desde argumentar que defienden los derechos del no nacido hasta asegurar, ¡por razones científicas!, que carece de humanidad, o que desprenderse de él es algo parecido a ponerse tetas, según la muy culta y precisa expresión de la ministra de igualdad (o de igual da, que seguro que le da lo mismo).
Con el asunto de la gripe se han refugiado en el arcano: han acudido a los protocolos de la OMS con ese gesto paleto y apocado que supone que cualquier cosa que se diga en el extranjero es verdad indiscutible. A su entender, el haber permitido una visita de escolares a un centro en el que había personas infectadas, es irrelevante porque se han cumplido los protocolos de marras.
Zapatero cree que el dinero es también un símbolo, como el lenguaje, y que hay que gastarlo con salero, como quien habla. La verdad es que no se entiende que, con esa mentalidad, sea tan cicatero y no nos ponga a todos en nómina para superar esta crisis causada por los especuladores, pero todo llegará. Su facundia verbal es un correlato de su capacidad de dilapidar. Se dice lo que sea, y se gasta lo que sea, que ya se arreglará esto de alguna manera. Mientras tanto, a gozar de la mayoría y a seguir innovando.
[Publicado en Gaceta de los negocios]