Aunque no esté claro si el Real Madrid es mes que un club, como sin duda pasa con el Barça, la segunda venida de Florentino Pérez a su presidencia es noticia que merece algún comentario, más allá del ámbito del fútbol. Es evidente que todo lo que tiene que ver con el Real Madrid ocupa un lugar importante en la vida de muchas personas, y que la sensación de derrota y de impotencia frente a la pujanza de su gran rival, ha servido para facilitar enormemente la segunda época del ex-presidente. Sus partidarios se fijan en el desorden institucional, que ha sido evidente, pero lo que espera la gran mayoría de los aficionados es que el Madrid recupere altura en Europa, donde lleva cuatro años sin pasar de octavos de final.
La crisis institucional del Real Madrid no es ajena, de ninguna manera, al propio Florentino, que, pese a un comienzo fulgurante, abandonó el club tras tres años sin conseguir ni una sola victoria. Los que han venido luego estaban, sin excepción, en su directiva, y se han quejado, repetidamente, de que la sombra de Florentino les ha impedido dirigir el club con la debida calma. Tal vez lo más atinado que se pueda decir sobre esto es que sólo Dios lo sabe, pero no está mal recordar, al comienzo de la segunda andadura de Florentino, que su responsabilidad, al menos indirecta, en el desastre institucional es algo más que una sospecha mal intencionada.
Todos los madridistas deseamos que el éxito acompañe a Florentino, porque amamos al Real Madrid, pero hay que recordar que, también en fútbol, conviene ser más amigos de la verdad que de Platón.
Hay dos cosas en la vuelta de Florentino que son muy preocupantes. La primera es el asombro, y la pena, que causa el ver que en la sociedad madrileña no parece haber la energía necesaria como para que surjan candidaturas alternativas a la florentiniana. Lo que ha habido ha bordeado el ridículo, cuando no el bochorno. Si se compara nuestra situación con la del Barça en este punto, la cosa es para echarse a llorar. Los socios del Real Madrid parecen abandonados a esa especie de providencialismo provinciano que no ve otra salida que la milagrera: más dinero y más poder, a costa de lo que sea. Es lamentable esta situación que, en parte, se debe a la abusiva exigencia de inalcanzables avales financieros, para la mayoría de los mortales. En esta época, un Bernabeu no podría presentarse y eso no es bueno. El Madrid pasa a ser cosa de super-ricos, y eso tampoco es bueno, aunque peor es que se siga diciendo eso tan demagógico de que el Madrid es de sus socios.
La segunda preocupación es la siguiente: ¿qué pasará si Florentino vuelve a fracasar como lo hizo la primera vez? ¿qué pasará si el Barça gana su segunda copa de Europa en el Bernabeu y el Madrid no llega, como estos últimos años, ni a cuartos?
Florentino es una solución de alto riesgo, aunque sea evidente que, hoy por hoy, ha sido la única. Los que amamos al fútbol, la democracia y al Real Madrid deberíamos ir pensando en lo que vendrá luego. Nuestro club ha llegado a ser lo que es gracias a una afortunadísima cadena de aciertos. Hay que desear que Florentino no incremente la cadena de desaciertos en la que llevamos años. Pero pudiera pasar, y entonces estaríamos todavía peor que ahora.