Hacer algo por el Real Madrid

Aunque el Real Madrid acaba de clasificarse para jugar la final de la Copa del Rey, es evidente que el equipo no está a la altura que deseamos sus socios y sus seguidores, y que esa decepción hunde sus raíces en un modelo de gestión que ha fracasado, ese modelo que ha hecho que Mouriño, un tipo serio, sin duda, haya dicho que el Real Madrid es un circo, y que se está pensando su continuidad al final de esta temporada. Creo que los socios que no estamos conformes con la manera en que la directiva lleva las cosas debemos hacer algo. A mi se me ha ocurrido crear un grupo en faceboook «El Real Madrid merece lo mejor» para ir intercambiando opiniones y crear una fuerza que pueda actuar en favor de nuestro equipo en las próximas elecciones, evitando que sean un nuevo paseo triunfal para Florentino, como ocurrió, lamentablemente en la última convocatoria. Lo que sigue a continuación es el «manifiesto» con el que convoco a los socios del Real Madrid a organizarse y a defender el estilo, la historia y las esperanzas del club y de todos nosotros.

La historia del Real Madrid ha sido gravemente desvirtuada bajo el poder de Florentino Pérez y los socios del Real Madrid, que somos responsables del destino de nuestro club, al menos eso dice la teoría, debemos de tratar de que se pueda recuperar el rumbo perdido. La realidad, sin embargo, es que el Real Madrid se ha convertido en una finca de Florentino y sus amigos, en una institución que deportivamente está muy mal dirigida, que malgasta el dinero y, lo que es peor, que está viendo cómo su prestigio histórico está siendo humillado no sólo porque nuestro gran rival está ahora mejor que nosotros, sino, sobre todo, porque la dirección del club es caótica, caprichosa y personalista.

Creo que el hecho de que Florentino Pérez haya ganado las últimas elecciones sin ni siquiera una candidatura rival dice muy poco de nosotros, y pretendo que nos esforcemos para que eso no vuelva a suceder jamás.
Quienes amamos al Real Madrid, y pensamos que el mejor club del siglo XX debería seguir siéndolo en el siglo XXI, tenemos que movilizarnos y exigir de nuestros directivos una política distinta. Estoy seguro de que somos muchos, pero estamos muy dispersos, además de desconcertados y con sensación de impotencia frente a protagonistas muy poderosos; pero me parece evidente que si esta clase de medios, como Facebook o Twitter, han servido para hacer posibles revoluciones que eran impensables hasta ayer mismo en el norte de África, también podrían servir para que los socios del Real Madrid cobren conciencia de su poder y sepan que pueden impedir que su destino siga en manos de un pequeño grupo de gente que no ha sabido mantener el nivel deportivo y la categoría moral que siempre ha distinguido a nuestro equipo.
desgraciadamente, creo que la situación actual tiene ya muy poco remedio, y que hay que ir preparando el futuro con calma. No creo que haya que renunciar a nada, pero me parece que el club necesita políticas muy distintas y que tenemos que buscar entre todos un nuevo Bernabeu, sin rendirnos a la idea de que hayamos de ser rehenes de alguno de los multimillonarios caprichosos que quieren prestarse a hacernos el favor de presidir el club que tanto amamos.
Me gustaría que este sitio fuese un lugar de intercambio de opiniones educado y positivo, que no se insultase a nadie, ni se hiciese demagogia. Para eso, por desgracia, ya hay muchas oportunidades en otros lugares, pero nada sacamos con ello. Los madridistas sabemos muy bien que no se gana nada con echar la culpa a los árbitros o a conjuras de necios. Sabemos muy bien que cuando se es el mejor se gana casi todo: esa ha sido nuestra historia, pero desde que Florentino Pérez puso su mano en el timón, los resultados han sido muy escasos. Es verdad que le debemos momentos estelares, sobre todo que Zidane haya sido nuestro, pero, no nos engañemos, el balance es decepcionante y sería muy triste que entre todos nos consigamos aunar la fuerza necesaria para llevar a la dirección del Real Madrid a quien realmente lo merezca. 

Homenaje al Barcelona C. F.

Un cinco a cero del Barcelona al Real Madrid no es la primera vez que se produce, pero soy de los que creen que el de ayer ha sido el más merecido, el más justo… y el más preocupante para los que somos madridistas. Vayamos por partes. El Barcelona ha jugado uno de los mejores partidos de su vida: su superioridad sobre el Real Madrid ha sido absoluta, descorazonadora, aplastante. Los jugadores del Real Madrid parecían pollos sin cabeza, no sabían ni qué hacer ni a dónde mirar, lo que es explicable porque siendo este Real Madrid un buen equipo no le llega ni a la suela del zapato a un equipo como el actual Barcelona que no solo es el mejor equipo del mundo en la actualidad, sino uno de los mejores de todos los tiempos. Menos mal que no todos los días juega con la calidad, la intensidad y el acierto que lo ha hecho hoy.
Parte de la culpa del excelente juego del Barcelona está en la rabia de sus jugadores contra un equipo que se obstina en ser prepotente, en considerarse a la altura de su rival cuando está varios grados por debajo y a años luz cuando pierde el sentido, como lo hizo la noche del lunes 29, una de las más negras en los anales blancos. Hay que recordar las derrotas históricas ante el Milán, o el humillante partido de hace un par de temporadas ante el Liverpool, para encontrar un precedente tan humillante, tan desolador. Ni siquiera el seis a dos de hace un par de temporadas en el Bernabéu supuso un varapalo tan grande como el de ayer.
Las grandes estrellas blancas sufren un proceso de miniaturización cuando se enfrentan al Barcelona. Si Cristiano vale cien millones de euros, ¿puede alguien decir cuánto valen Xavi, Iniesta, Messi o Villa por no citar sino a los más obvios? No quiero cebarme en la mala noche general, pero sí quiero demostrar mi indignación por la conducta chulesca e infantil de algunos jugadores como el citado Cristiano, el archisobrevalorado Ramos o, incluso, el habitualmente excelente Casillas, que tampoco tuvo su noche.
Los errores del Real Madrid son muy de fondo, y aunque conserve alguna esperanza de que Mourinho pueda enderezarlos, al menos en parte, no se puede olvidar de qué provienen. ¿Qué pasaría si Villa estuviese ahora en el Real Madrid en lugar de ese desastre llamado Benzema? La superioridad del Barcelona sería algo menos acusada. Estamos pagando los errores deportivos y de todo tipo del florentinismo, de esa especie de zapaterismo del fútbol que consiste en invertir en imagen y en propaganda a través de una prensa madridista absurdamente dedicada a engañar a los socios y a cantar las virtudes imaginarias de auténticas mediocridades, si los comparamos con la plantilla del Barcelona.
Los socios del Real Madrid somos responsables por respaldar sin rechistar la política del pelotazo aplicada al fútbol, comprar carísimo y al buen tuntún, cambiar de entrenador varias veces por año, presumir de historial, cada vez más lejano, y dedicarse a generar beneficios atípicos a base de la mitología de nuestros galácticos que, llegada la hora de la verdad, no son capaces ni de perder por uno a cero, como hizo el Sporting de Gijón, tan criticado por Mourinho en uno de sus días más tontos.
El fútbol, como la vida, es largo y da muchas vueltas, pero no cabe esperar grandes frutos de principios equivocados, de políticas de imagen, del fulanismo y del cultivo desmesurado de los egos de supuestos galácticos. Veremos si Mourinho se hace con el control de una nave que hoy ha quedado casi desguazada, pero no olvidemos nunca de qué polvos vienen estos lodos: de una política deportiva demencialmente equivocada, de un orgullo sin motivo, de creerse las mentiras que inventan los periodistas pagados por la casa.

Y, para terminar, una pregunta: ¿es que Mourinho no sabía el riesgo que adoptaba saliendo a enfrentarse al Barcelona de igual a igual? Si no lo sabía, es que no es tan bueno como se dice, de manera que cabe pensar que sí lo supiera. ¿Qué ha intentado, entonces, actuando de una manera aparentemente tan valiente? Pudiera ser, pero es una conjetura sin mucha base, que fuese una manera de decirle al propietario del club: “mira, con esta plantilla no vamos a ninguna parte, cuando se trate de jugar con el Barcelona”, porque, en efecto, enfrentarse, por ejemplo, a Busquets, Xavi e Iniesta con Xabi, Ozil y Khedira, son ganas de perder. Claro es que se trata de una inferioridad que se extiende al conjunto de la plantilla, casi sin excepciones, y así el Barcelona ha podido dominar al Real Madrid en todos los terrenos, en el pase, en la inteligencia del juego, en el contraataque, en la contención, en todas y cada una de las mil dimensiones que tiene este juego maravilloso que es el fútbol y que el Barcelona practica, para mi dolor y envidia, de manera absolutamente inmejorable.

Una campaña persistente: ahora hay que echar a Higuaín

Creo que una de las pestes mayores que afligen a los poderosos es la de sus turiferarios. En el caso de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, por si alguien lo ignora, su cohorte mediática le hace tales elogios que por fuerza han de acabar en su perjuicio. El otro día escuche a uno de sus periodistas de cámara afirmar, impertérrito, lo siguiente: “todo el mundo sabe que Florentino a quien de verdad quería fichar es a Rooney, pero tuvo que traer a Cristiano porque había un contrato”. Yo la verdad no lo sabía, pero lo que sí sé es que la existencia de ese contrato siempre había sido desmentida por el cortesano florentino, pero siempre se aprende algo.

Yo me temo que todo esto es simple preparación artillera para defender el destierro de Higuaín (que muchos pensamos es lo mejor que tiene el Madrid) para la próxima temporada. Se continuaría así la perpetua apuesta por Benzemá, cuyo gran mérito parece ser haber sido fichado directamente en su casa por el líder blanco.

¡Qué disparates! ¡Qué ganas de no rectificar errores obvios! El Madrid tiene una plantilla descompensada y desigual pero que podría ser arreglada con cierta facilidad y sin grandes dispendios si se hiciese una apuesta profesional y rigurosa por construir un equipo y no por seguir añadiendo nombres de relumbrón a una lista.

Lo terrible es que para legitimar aparentemente estas insensateces le están montando un juicio de Dios al pobre Gonzalo: que si no se la pasó a Benzema, que si no le dio goles a Ronaldo, que si no acierta en Europa. Es posible que consigan derribarle, pero no lo creo, porque ya ha demostrado que sabe resistir las tontunas del Bernabéu desde que llegó, ya hace tres años, en los que ha tenido que ser suplente de una sombra.

¡Echar a Higuaín! Nada, nada, que juegue la redacción del Marca, que sabe tanto de fútbol, que el masajista sea el genio de la Gaceta que desveló que Boluda se daba de baja como socio, y que los entrene Valdano. Seguro que así lo ganaremos todo. ¡Qué pena que el Real Madrid pueda ser víctima, una vez más, de la extraña propaganda que se hace desde dentro!

El fútbol no es lo que cree Florentino

¿Cuáles son las razones del estrepitoso fracaso del Madrid al ser eliminado, por sexta vez consecutiva, en los octavos de la Champions y por un equipo apenas normalito? El fútbol no es una ciencia exacta, y en eso consiste parte de su atractivo y su grandeza, en que siempre se puede perder, en que no siempre puedan ganar los mejores. Eso es lo que hubiese habido que decir si la eliminación del Madrid hubiera respondido a alguna de esas cosas que pasan en el fútbol y que no son evitables, pero no es ese el problema. El Madrid pudo haber ganado ayer de casualidad, por ejemplo, si hubiese entrado alguno de los balones de Higuaín o alguna de las faltas de Ronaldo, pero no fue así, de manera que, al no ganar por casualidad, perdió la eliminatoria por necesidad. ¿Cuál es la causa? El Madrid actual, pese al espejismo del partido contra el Sevilla, ni es un equipo sólido y fiable, ni tiene un entrenador que lo potencie: los jugadores lo saben, y se vinieron abajo al comienzo de la segunda parte porque estuvieron ciertos de su impotencia.

La razón de ese fracaso hay que ponerla en una plantilla no bien configurada (las ausencias de Xavi Alonso y de Marcelo debilitaron al primer equipo), en la que se han invertido cantidades millonarias, en jugadores de discutible utilidad (Benzema o Kaká, por ejemplo), en la que se han fichado a jugadores medianos (como Arbeloa) sin que se sepan bien las razones, en la que se ha prescindido por razones presumiblemente mezquinas de jugadores de calidad (como Robben o Sneijder), y en la que han permanecido jugadores que, por unas u otras razones, no aportan nada (como Raúl o Drenthe, incluso Guti que no es capaz de jugar con el nivel físico exigible en este equipo).

La filosofía que ha inspirado estas contrataciones es la de Florentino, aunque levemente escaldada por el anterior fracaso galáctico, y empeorada por las vaciedades de un charlatán oportunista a quien no nombro para que el lector se ejercite en las artes adivinatorias.

No se puede negar el madridismo de Florentino, ni su ambición. Pero su filosofía ya ha demostrado ser desastrosa en la anterior ocasión que presidió el club y es la verdadera responsable de estos años en que el Madrid solo ha conseguido dos ligas, bajo la presidencia, por cierto, de Calderón, una de sus bestias negras, pero una de sus criaturas. Quienquiera enterarse de lo que piensa Florentino hará bien en leer Los ángeles blancos, un excelente libro de John Carlin en el que, pese a su manifiesta intención de loar la etapa dorada del florentinismo, quedan expuestas de manera muy obvia las limitaciones de su concepción del fútbol.

Florentino piensa que el fútbol consiste en contratar a los mejores, y en jugar al ataque. En ambos casos se equivoca. Por los mejores se acaba entendiendo a los más caros (cree de hecho que los más caros son los más baratos), y el Madrid de Florentino (lo que heredaron Fernando Martín y Calderón ha sido siempre el Madrid de Florentino que ahora acaba de recuperar tras un paseo militar sin elecciones) lleva años gastando dinero inútilmente sin salir de la mediocridad europea en la que se ha instalado. En seis años ha tenido siete entrenadores y ha contratado a más de treinta jugadores con el resultado que está a la vista de todos.

Parodiando a Shakespeare, y mal que le pese a Florentino, hay entre el cielo y la tierra del fútbol más cosas de las que sospecha su filosofía. Hay que hacer un equipo y eso sólo se puede hacer desde abajo, apostando a largo plazo por un entrenador de categoría, justo esos que no quieren venir para que Florentino los ningunee, al que hay que dejar que diseñe un equipo en el que se pueden incrustar figuras de relumbrón, jugadores espectaculares, pero no puede hacerse un equipo a base de talonario y supuesto señorío. Eso es muy antiguo y se ha demostrado absolutamente estéril.

Hay que echar a la calle al charlatán para que vuelva a largar sus ingeniosidades y su sabiduría progre por las radios. Hay que buscar un entrenador serio y prometerle con garantías una década de trabajo, como poco. Tiene que terminar esa situación que hace que entrenadores de verdadera categoría (con un valor demostrado) no quieran venir al Real Madrid, al reino del capricho presidencial. Hay que dejar que un nuevo entrenador con auténtica categoría reajuste esta plantilla, en la que hay elementos muy valiosos, de antes y de ahora, y hay que ser más humildes, más exigentes con los jugadores, y más profesionales y serios. Y hay que hacerlo ya, sin consolarnos con una Liga que no está claro que este equipo pueda ganar, aunque en el fútbol todo sea posible, incluso que le metamos una paliza en el Bernabéu al Barcelona. Pero no se puede vivir del azar cuando se quiere ser el mejor equipo del mundo, lo que ha sido el Madrid y lo que Florentino tiene que intentar en serio… o marcharse cuanto antes para no volver jamás.

Verano y humo

Para relajo de gobernantes llegó el verano, y los españoles reducen todavía más su tensión intelectual, en especial a la hora de la siesta. Tiempo de esperanza para los gobiernos que se exponen, a lo sumo, a alguna crítica de circunstancias. El fútbol, gracias a Florentino, ha recuperado las pantallas, y entre los galácticos y el sol, aquí no va a haber nada que hacer hasta octubre. El PP se ha retirado a meditar y no parece que vaya a volver de La Granja dando una nota inadecuada a la estación feliz y soporífera.

Así va nuestro país, a ritmo lento, porque nunca pasa nada. Es tan corriente el espectáculo del dolce far niente y de la eterna repetición de lo mismo, que hemos perdido la capacidad para asombrarnos de que otros hagan las cosas con cierta celeridad. No es por molestar, pero resulta que la Justicia americana ha resuelto el caso Madoff en menos de 200 días, bastante más rápido de lo que seríamos capaces de imaginar.

Me asombra que, en muchas ocasiones, se elogie la manera de hacer política de ZP, cuando es evidente que su fuerte es no hacer nada, mientras repite, a hora y a deshora, sus supuestos éxitos: la retirada de Irak, la retirada de Irak y la retirada de Irak, que sí se hizo deprisa. Lo demás es propaganda, arquitectura efímera, poner a la Iglesia en su sitio, hacer ministra de Defensa a una embarazada, y repartir en el Congreso pullitas de monja progresista ante la mirada arrebolada de la cuota.

Comparar la labor de los gobiernos de UCD, o de Aznar, con los años de Zapatero, produce sonrojo. Mucho gasto, pero poca inversión, mucha palabrería, pero ninguna medida concreta. Es apoteósica la facilidad que tantos españoles le conceden a ZP para contar trolas y para vivir del cuento: la devolución de los 400 euros, la creación de millones de empleos, los brotes verdes, el proceso de paz, la alianza de civilizaciones, el ingreso en el G 20, la financiación para todas y todos pero dando más a todos que a los demás, el plan E, y así sucesivamente.

El verano puede ser muy grato al Presidente. Pero luego tendrá que empezar de nuevo a vender fantasías, y buena parte del personal acaso se le encalabrie. No será eso lo más grave, aunque sea lo que seguramente más tema. Lo terrible será comprobar que nos hemos quedado sin margen, que no hay dinero en la caja, que se han superado todos los techos y todos los límites, y que no se puede continuar así. La prensa amiga tratará de disimular, pero llegará un momento en que todas las estrategias de relaciones públicas se toparan con que aquí se ha acabado la fiesta y que lo mejor que se podrá hacer es poner a este buen señor camino de su casa. La pregunta es: ¿estará la clase política preparada para tomar una decisión grave y necesaria como la moción de censura?

[Publicado en Gaceta de los negocios]

Suficiente y demasiado


El poeta William Blake dijo alguna vez que nunca se sabe lo que es suficiente sin que se sepa previamente qué es demasiado. El criterio viene a ser una versión moral y poética de una verdad empírica bien establecida, a saber, que sólo la experiencia y el paso del tiempo nos pueden iluminar acerca de muchas decisiones que no pueden reducirse a un cálculo exacto, como la mayoría de las medidas que se toman en economía.

Se discute mucho sobre los contratos de Florentino Pérez para el Real Madrid, y está claro que se trata de una de esas cuestiones en las que la línea de demarcación entre lo admisible y lo escandaloso es borrosa. La cosa se puede aclarar un poco si se hacen algunos números; tal vez lo escandaloso no sea que un jugador cueste noventa millones de euros, sino que muchísimos jugadores enteramente normales, por no decir abiertamente mediocres, cuesten también unos cuantos millones. Dicho de otro modo, lo que nos produce escándalo es nuestra propia imagen un tanto distorsionada por el dinero del fútbol, que estemos dispuestos a gastarnos con cualquiera que se ponga una camiseta bastante más de lo que invertimos para que una universidad cualquiera pueda investigar, por ejemplo. Los ejemplos podrían multiplicarse al infinito y siempre obtendríamos la misma imagen monstruosa de nuestros sacrificios en el altar de la diversión y del espectáculo.

Hay otro aspecto de este asunto que merece también una cierta atención. El fútbol, como cualquier otro deporte, está alcanzando unos niveles de profesionalización y de tecnificación que tal vez sean incompatibles con esa clase de dispendios; es posible que el dinero no baste para lograr la excelencia de juego que reclaman los aficionados, y que ahora admiran en un club como el Barça. Por eso hay en la estrategia de Florentino algo que recuerda a la despedida del Titanic, un barco que puede naufragar sin llegar al puerto de la final de la Champions 2010, nada menos que en el Bernabeu. Ahí se verá si tirar de crédito sin límite ha sido una conducta razonable o absurda.

A propósito de Florentino

Aunque no esté claro si el Real Madrid es mes que un club, como sin duda pasa con el Barça, la segunda venida de Florentino Pérez a su presidencia es noticia que merece algún comentario, más allá del ámbito del fútbol. Es evidente que todo lo que tiene que ver con el Real Madrid ocupa un lugar importante en la vida de muchas personas, y que la sensación de derrota y de impotencia frente a la pujanza de su gran rival, ha servido para facilitar enormemente la segunda época del ex-presidente. Sus partidarios se fijan en el desorden institucional, que ha sido evidente, pero lo que espera la gran mayoría de los aficionados es que el Madrid  recupere altura en Europa, donde lleva cuatro años sin pasar de octavos de final.

La crisis institucional del Real Madrid no es ajena, de ninguna manera, al propio Florentino, que, pese a un comienzo fulgurante, abandonó el club tras tres años sin conseguir ni una sola victoria. Los que han venido luego estaban, sin excepción, en su directiva, y se han quejado, repetidamente, de que la sombra de Florentino les ha impedido  dirigir el club con la debida calma. Tal vez lo más atinado que se pueda decir sobre esto es que sólo Dios lo sabe, pero no está mal recordar, al comienzo de la segunda andadura de Florentino, que su responsabilidad, al menos indirecta, en el desastre institucional es algo más que una sospecha mal intencionada.

Todos los madridistas deseamos que el éxito acompañe a Florentino, porque amamos al Real Madrid, pero hay que recordar que, también en fútbol, conviene ser más amigos de la verdad que de Platón.   

Hay dos cosas en la vuelta de Florentino que son muy preocupantes. La primera es el asombro, y la pena, que causa el ver que en la sociedad madrileña no parece haber la energía necesaria como para que surjan candidaturas alternativas a la florentiniana. Lo que ha habido ha bordeado el ridículo, cuando no el bochorno. Si se compara nuestra situación con la del Barça en este punto, la cosa es para echarse a llorar. Los socios del Real Madrid parecen abandonados a esa especie de providencialismo provinciano que no ve otra salida que la milagrera: más dinero y más poder, a costa de lo que sea. Es lamentable esta situación que, en parte, se debe a la abusiva exigencia de inalcanzables avales financieros, para la mayoría de los mortales. En esta época, un Bernabeu no podría presentarse y eso no es bueno. El Madrid pasa a ser cosa de super-ricos, y eso tampoco es bueno, aunque peor es que se siga diciendo eso tan demagógico de que el Madrid es de sus socios.

La segunda preocupación es la siguiente: ¿qué pasará si Florentino vuelve a fracasar como lo hizo la primera vez? ¿qué pasará   si el Barça gana su segunda copa de Europa en el Bernabeu y el Madrid no llega, como estos últimos años, ni a cuartos?

Florentino es una solución de alto riesgo, aunque sea evidente que, hoy por hoy, ha sido la única. Los que amamos al fútbol, la democracia y al Real Madrid deberíamos ir pensando en lo que vendrá luego. Nuestro club ha llegado a ser lo que es gracias a una afortunadísima cadena de aciertos. Hay que desear que Florentino no incremente la cadena de desaciertos en la que llevamos años. Pero pudiera pasar, y entonces estaríamos todavía  peor que ahora. 

El Real Madrid en la encrucijada

Tras una temporada institucionalmente convulsa, el Real Madrid ha sufrido dos graves descalabros deportivos que han supuesto una durísima demostración de cuál es su realidad futbolística. El Liverpool derrotó al Real Madrid de forma contundente e inapelable: parecían niños de colegio luchando contra profesionales, pero lo peor llegó el pasado dos de mayo con la paliza azulgrana a domicilio: un contundente 2 a 6. Hay que remontarse a las derrotas frente al Milán de Gullit y compañía para recordar un trance tan amargo para la hinchada blanca. 

Ahora se aproximan elecciones y es muy de temer que una parte importante del público sienta deseos de arrojarse en manos del recuerdo para entregar  el Club a Florentino Pérez. La memoria es selectiva y tiende a olvidar lo que más duele, pero la verdad es que, independientemente de lo que Florentino pudiera hacer en el futuro, lo que ha hecho en el pasado difícilmente serviría para recomendar una segunda vuelta. Que segundas partes nunca son buenas es una lección demasiado nítida de la experiencia más común como para echarla en saco roto. Pero es que, además, Florentino dejó al Real Madrid tras tres años de sequía de trofeos que son los que han servido para cimentar la supremacía blaugrana de las últimas temporadas.   

Los presidentes sucesivos no han tenido una gestión brillante, pero son muchos los que afirman que la larga sombra de Florentino y los poderes que dejó instalados en la sede social no han permitido que  los presidentes interinos pudieran hacerse con el control de la sociedad. La prensa, deportiva y política, no ha cesado de aplaudir los supuestos milagros del futuro mandatario, bien engrasada, imagino, por el potente aparato del magnate de la construcción. Así se pueden ganar elecciones, que habrá que verlo, pero no se ganan partidos, y más dura será la caída. 

Los socios del Real Madrid deberían pensar que se encuentran ante una coyuntura histórica: o sacan fuerzas de flaqueza y se hacen con el control real del club, o vuelven a caer en manos de quienes no han sabido mantener la categoría que la institución se merece, ni con los zidanes ni con los pavones. Florentino practicó un presidencialismo sin flexibilidad en el que se escogía a los futbolistas por su fotogenia, antes que por su capacidad de sufrir por todos nosotros.  Si eso es lo que nos espera, que Dios nos ampare y, los que tengan estómago, que se hagan del Barça.