La Iliada e internet

Permítaseme contar una anécdota personal para ilustrar un caso que me parece muy general. En esta mañana en la que escribo, he tenido la necesidad de comprobar un dato en la Iliada y, como es lógico, y puesto que no soy especialista en textos griegos, la red me ha brindado numerosas oportunidades de hacerlo. Luego, he sentido el deseo de leer de nuevo este texto realmente primordial y, aunque tengo una estupenda edición española de la Biblioteca clásica Gredos, con traducción de Eduardo Crespo Güemes, cuando he ido a echarle el ojo encima me he encontrado con que la tipografía es de un tamaño muy pequeña y, aunque, a Dios gracias, gozo todavía de una vista razonablemente buena, la lectura se me hacía penosa. Por otra parte, pensaba leer este texto homérico a ratos, por puro placer, y el volumen de Grados no es precisamente de un tamaño aconsejable para llevarlo encima. Me puse a buscar entonces ediciones digitales, para poder leerlas en mi e-reader de tinta de imprenta, lo que me permitiría, entre otras cosas, escoger el tamaño de letra, y aquí fue el acabose. No es que no las haya, las hay a docenas, pero no he encontrado ninguna, me refiero al español, que me ofrezca unas mínimas garantías. ¿Cómo es que nadie hace esto? ¿Cómo es que no hay ya en la red ediciones fiables, en buenas condiciones y a precios realmente atractivos?

Supongo que es consecuencia de la forma que adoptan los procesos de evolución hasta que llegan a un punto de equilibrio. Cuando yo era niño, en mi aldea asturiana no había coches, ni carreteras por las que pudieran ir. Luego, poco a poco, empezaron a llegar unos y otras. Ahora es posible, incluso, que haya exceso de ambos, pero ya se puede ir casi a cualquier parte.

En la red, las cosas con Homero, y con tantos más, llevan un cierto retraso, pero seguro que todo se andará.

[Publicado en adiosgutenberg.com]