Fútbol

El sábado asistí al comienzo de la Liga en el Bernabeu. El espectáculo me pareció, una vez más, extraordinario. No me refiero ahora al juego, sino al público, al fenómeno humano. ¿Qué es exactamente el fútbol? ¿Qué significan esas, aglomeraciones, esa pasión? Me gusta el fútbol como deporte, pero me intriga mucho más el espectáculo, el significado que pueda tener esa conversión del fútbol en algo que interesa a tantísima gente, en cualquier lugar, un fenómeno mundial en sentido estricto. La mayoría de las opiniones que ruedan en relación con esta clase de preguntas, se fijan en una serie de caracteres más bien negativos. No diré que no tengan fundamento esas críticas, pero es posible que quienes las repiten, normalmente con aire de superioridad, se pierdan algún aspecto interesante de este fenómeno tan singular.

No pretendo, en esta breve nota, descubrir nada, sino llamar la atención sobre algo que cuando lo contemplas con frialdad resulta casi incomprensible. ¿Qué hace que cientos de miles de personas se emocionen al tiempo por algo que, en realidad, podríamos decir, les debiera ser indiferente? Si en el estadio consigues distanciarte de la pasión común, el espectáculo es increíble. Ves cómo se suman los sentimientos, las pasiones. Gente que no se conoce, se abraza, y personas de exquisita educación pueden prorrumpir en improperios completamente extraños al resto de su vida para con el contrario, o con el arbitro.

Es un hecho que se pueden sumar las pasiones para crear y/o fortalecer un alma colectiva. También es obvio que el fútbol tiene esa capacidad, o, mejor dicho, que se la ha ido ganando poco a poco, con esfuerzo; tal vez pueda perderla en algún momento. ¿Dónde estaba todo ese torrente emocional antes del fútbol? ¿Qué pasaría en un mundo post-futbolístico? Hay unas cuantas preguntas de este tipo que no me parece que tengan una respuesta suficiente e inmediata en la tópica al uso. Sería interesante pensar en ello, supongo, aunque con ello no habríamos hecho sino empezar. Tal vez ocurra que el fútbol tenga propiedades que no sabemos ver, al menos a primera vista, que se ocultan tras la maraña de ideas que habitualmente esgrimen los que detestan el fútbol y/o sus exageraciones. En contraste con las emociones, no está claro que las inteligencias se puedan sumar, al menos no lo hacen tan fácilmente.