Los jóvenes se manifiestan

Estos días han salido a la calle los jóvenes, eso se dice: lo que en realidad habría que decir es que han salido, por ejemplo en Madrid, 15.000 de los cientos de miles que seguramente hay. Mal comienzo es la patrimonialización juvenilista del movimiento. 
Se discute mucho el significado de este fenómeno, pero habría que partir de que esta clase de fenómenos no tienen un único significado sino, al menos, tantos como interpretes y/o como manifestantes, de manera que cualquier claridad sería prematura. Yo haré una anotación muy ambigua, que me parece precisa. Es bueno que los jóvenes se den cuenta de que las cosas están mal. Es pésimo que piensen que hay algo que arreglar gritando simplezas, o armando follón, aunque es posible que sea inevitable hacerlo y que quepa sacar de ello algo positivo. Veremos.  
De todas maneras, bueno sería que quienes se supone que dirigen el país se den cuenta de que algo empieza a oler a podrido, sin que quepa descartar del todo que alguno de los políticos que sabe jugar con varias barajas esté detrás de alguna de las razones que han llevado a esta sorprendente eclosión, que no lo sería menos por el hecho de que algún fantasmón de la más rancia izquierda haya estado mezclado con los manifestantes, además de la obviedad de que los antisistema son muy capaces de aprender pronto las malas artes de Batasuna.