Son muchas las razones, pero la principal es que la forma en que los sindicatos conciben la huelga me parece un acto plenamente antidemocrático que fía su éxito a la violencia posible, que a Dios gracias no pude ser mucha, y a la coacción, nunca a la persuasión ni al argumento. es posible, no me atrevo a negarlo, que en otros momentos eso fuese justificable, ahora me parece un privilegio absurdo y retardatario, de modo que no haría huelga ni aunque me pareciese justificada, lo que, desde luego, no es el caso. Aprovecho para recordar a que habría que acabar de una buena vez con los privilegios corporativos de los sindicatos que son directamente contrarios a los intereses reales de los trabajadores, de los que viven directamente del salario que ganan en un mundo que no deja de ser difícil y lleno de trampas para ellos, pero los sindicalistas al uso no se ocupan de esas pequeñeces.
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