En política, como fuera de ella, la mentira es muy frecuente y, supuestamente, muy útil. Sin embargo las mentiras mayores no se refieren a ocultación de hechos, sino a intentos de corregir la lógica, la gramática, todo aquello que parezca escapar al control del poder. Así, cuando doña Soraya dice una bobería como que espera que no se mida la reforma fiscal sólo por la bajada de impuestos (¿de qué otra manera podría medirse?), tiene que acabar diciendo una mentira muy gorda, que hace un año estábamos a los píes de la intervención y la hemos evitado a base de coraje. Coraje el del BEC, digo yo, porque para subir los impuestos, habiendo ganado unas elecciones sobre la base contraria, no hace falta coraje, sino cinismo y oportunismo en dosis atontadoras, y pasa lo que pasa, que pueden creer incluso que están siendo sinceros.
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