Los afiliados de Vox

Con frecuencia me preguntan sobre los afiliados de Vox y contesto lo que voy sabiendo, cuántos son, ahora mismo pasamos de tres mil, cómo son, lo que no es tan fácil, porque todavía no los conozco a todos, y qué pretenden al afiliarse. Esto último me parece de enorme interés, aunque no sea fácil dar una respuesta, digamos, científica, porque hay una enorme variedad de casos y situaciones. Se trata, obviamente, de un impulso de generosidad y de responsabilidad que, en ocasiones, va acompañado de una legítima ambición política personal, y en otras se reduce a una exigencia moral de contribuir a mejorar una democracia sobre cuyos defectos apenas hay dudas, pero hay una cosa que quiero resaltar y que me ha producido una gran satisfacción: el altísimo número de personas sin ninguna historia previa de afiliación, con un entusiasmo grande y una preparación profesional y humana muy alta. Esto, como es lógico, me llena de orgullo, saber que estamos contribuyendo a que se renueve el personal que dedica una parte de su tiempo a los asuntos públicos, a los temas de interés general, y que está dispuesto a intentar hacer un partido en el que la democracia sea algo más que un título legitimador de la representación formal, que la democracia interna se convierta en una realidad y en un factor que potencia la participación y la libertad política, el debate civilizado y cortés, el hablar de las cosas reales y no solo de los tópicos políticos archimanoseados y que, en el fondo, ni mueven a nadie ni interesan gran cosa. Ver cómo todos estamos aportando nuestro granito de arena a un proyecto político ingenuo, ambicioso y renovador me da la energía que los años me discuten, o eso espero.