Los optimistas que queden en España seguirán pensando que el remedio a los problemas de la democracia consiste en más democracia; sin duda, aciertan, pero en teoría, porque lo que en verdad sucede en la práctica, es que las democracias pueden ir a más, o a menos, y no es muy seguro que la actual democracia española vaya a más. Para empezar, es digno de toda preocupación el empeño del gobierno, de la izquierda en general, por evitar que sea posible una alternativa electoral con garantías de éxito. Desde los pactos del Tinell, nunca un salón tan noble se empleó para fines tan bellacos, ha sido sobradamente evidente que las gentes de Zapatero no tenían ninguna simpatía por la alternancia, que consideraban que los ocho años de Aznar fueron un error que no debiera repetirse. El juego sucio, que siempre parece defendible cuando se emplea en una finalidad sagrada, es un corolario de esa convicción.
Lo siento por los optimistas, pero me, si me permiten el juego de palabras, me parece que la posibilidad de una alternativa electoral, empieza a no ser la única alternativa, lo que, dicho sea de paso, obliga a quienes realmente creemos en la democracia liberal a esforzarnos para que el poder actual pueda ser legítimamente derrocado por procedimientos constitucionales, en las urnas o en el Congreso.
Son muchos los que creen que el triunfo de Rajoy será inevitable, con la que está cayendo. Pecan, a mi entender, de un optimismo excesivo, cegador. Para comprenderlo, bastará con mirar hacia
Nosotros no hemos llegado a ser tan prósperos como lo era
No se puede ignorar la posibilidad de que se produzca un empobrecimiento general de la sociedad española, una vuelta al auxilio social y a los comedores públicos, esta vez no de
Si algo como esto ocurriese, la responsabilidad política de Rajoy y de los suyos no sería mucho menor que la de los causantes del desastre. No se dice esto por repartir de manera salomónica las responsabilidades, sino porque cabe sospechar que las gentes de Génova siguen siendo optimistas y creyendo que la mera crisis les llevará el cadáver de Zapatero a sus puertas.
Creo que son muchos los españoles que piensan que las armas que el PP emplea en su oposición, son armas trucadas por el enemigo, y fallan de manera lastimosa. Debieran aprender de sus triunfos, sin seguir funcionando con estilos que, en el pasado, le llevaron abundantemente a la derrota. Reconozco que se me revuelven las tripas cuando sus responsables se han quejado de que no haya habido manifestaciones por los muertos en el incendio de Guadalajara, o en el vertido de fuel en Algeciras; cuando subrayan la obviedad de que en Afganistán hay una guerra, cuando se quejan de que
[Publicado en El Confidencial]