Creo que la marcha de estos dos jugadores es el último favor que le prestan a su antiguo equipo, porque ellos, supongo que a su pesar, han personificado las dificultades de renovación del Madrid de los últimos años. Son dos jugadores distintos, muy distintos, pero su función en el Madrid de los últimos cinco años ha sido muy similar.
Raúl es un gran jugador, pero hace tiempo que perdió la calidad necesaria para jugar en el Real Madrid y, aunque tarde, hay que celebrar que se vaya de buenas maneras. Guti dejó de ser útil de verdad, al menos, desde que se fue, es un decir, Del Bosque. Su calidad es indudable y si hubiese tenido la moral de Raúl pudiera haber sido el mejor jugador de todos los tiempos; por supuesto que lo mismo podría decirse de Raúl, si hubiese tenido la calidad de Guti, pero estas cosas no suelen pasar.
El mundo del fútbol es un mundo muy especial en el que conviven, eso sí, malamente, los valores más sentimentales, y el mercantilismo más atroz. No sé lo que se habrá llevado cada uno por marcharse de buena manera, aunque sospecho que no se hayan ido gratis, como se dijo que se fue Zidane. No estoy para juzgar a nadie, ni siquiera de madridismo, una asignatura en la que me siento tan doctor como el que más, pero no me gustará oír en el futuro protestas de amor al Club si la liquidación se ha hecho como imagino, aunque se arguya que el Club ha ahorrado dinero, faltaría más. Que ambos tuvieran contratos como los que tienen es un síntoma inequívoco de la demagogia con que se gobiernan los clubes que se supone son de los socios, una de las mentiras más graciosas de las muchas que circulan en este deporte.