Papá ven en tren


[Locomotoras de Acciona remolcan un tren carbonero entre La Robla y Gijón]


Este era uno de los eslóganes de la vieja Renfe que se encontraba con frecuencia en los carteles de carretera cuando ir de Barcelona a Madrid era una pesadilla de atascos y cuervas. Ahora, todo eso ha mejorado, pero el ferrocarril sigue siendo penoso para las mercancías que tienen una enorme importancia económica. El nuevo AVE ha dejado mucho más despejado de tráficos el viejo trazado ferroviario entre las dos grandes capitales, pero el volumen de la mercancía que trasladan los trenes sigue cayendo en picado y es, seguramente, el más bajo de toda Europa entre dos capitales de esa importancia. Los camiones siguen atascando la carretera como puede comprobar cualquiera que se arriesgue a coger la N II entre Barcelona y Zaragoza, que en ocasiones ofrece un aspecto dantesco, pero Renfe no sabe o no quiere acudir al rescate.

Da la impresión de que Renfe se quiere convertir en una empresa de transporte de personas. Es lógico, porque se trata de un mercado más fácil y en el que su posición es muy cómoda. Lo que ya no es tan lógico es que los responsables políticos del asunto no hagan nada al respecto: ni crean una empresa distinta de Renfe que compita por la mercancías, ni apoyan las posibilidades de la liberalización de ese mercado, aunque Renfe sigue comprando locomotoras y vagones lo que parece un negocio rentable en sí mismo. Las infraestructuras no se adecuan a esos nuevos servicios que resultan tan necesarios y tan razonables pero requieren inversiones menos espectaculares y que no se prestan a las inauguraciones. El ferrocarril de mercancías no precisa ser especialmente rápido, pero sí ser seguro y fiable, porque las empresas no quieren desconocer el momento en que sus mercancías llegarán al destino. El Gobierno habla de líneas de altas prestaciones, de intermodalidad, de Kioto pero, hasta ahora, sólo ha sabido  encarecer el mal servicio que, muy a desgana, ofrece la Renfe. Madrid y Barcelona están, a estos efectos,  más aislados que nunca.