Hay gente que dice que la política es aburrida, pero yo tengo un antídoto contra esa dolencia. La solución es Cobo, el de los vómitos, un hombre, al parecer, muy valiente que ha tenido el cuajo de reconocer que pasa miedo, “por él y por sus hijos”. No me digan que no es desternillante que un tipo que se pasea rodeado de una cohorte de seguratas, y que no se ha apeado del coche oficial desde hace lustros, nos diga que se asusta de las cosas que le pasan. Cuando leí las declaraciones pensé que pudiera referirse al riesgo que corre cuando los madrileños le quieren agasajar debidamente como responsable de un gasto fastuoso, perfectamente conforme a los planes de ZP y de Salgado, pero pelín distinto a las recetas de Rato, Pizarro y Montoro; pero no, no iban por ahí los tiros, porque al parecer se refería a una supuesta organización siniestra que él y su señorito montaron cuando estaban en la Comunidad, haciendo amigos, como siempre, justo un poco antes de ampliar las becas sindicales para conseguir que Aguirre tenga siempre quién la aplauda.
Este Cobo es una mina: imagino que Rajoy le hará, como mínimo, portavoz nacional porque hay que ver la audiencia que ha conseguido diciendo un par de tonterías. El razonamiento está al alcance de cualquiera: si con dos chorradas ha logrado más portadas y minutos que el líder máximo, imaginen lo que será cuando pregone las ventajas del partido, con la gracia que tiene.