Lágrimas en la lluvia… y de nuevo el subjuntivo

Juan Manuel de Prada es un excelente novelista y un pensador muy a lo Chesterton, contestatario, poco convencional y valiente. Aunque no siempre esté de acuerdo con lo que escribe o dice, siempre le escucho con atención porque trata de decir las verdades, sobre todo las que no están de moda, aunque duelan. Acaba de inaugurar un programa de televisión en Intereconomía TV con el título de Lágrimas en la lluvia, y lo ha anunciado en su cadena con un spot en el que dice algo parecido a esto: “ya no podrán quejarse de que la televisión es [cursivas de mi cosecha] un desierto de la inteligencia…” Lo que lamento es que un escritor de su calidad le peque tal patada a la buena gramática en un caso tan obvio. Lo que quiere decir, en buen español, es lo siguiente: “ya no podrán quejarse de que la televisión sea un desierto de la inteligencia…”, al menos así lo creo. Es lástima que se pierda por descuido el subjuntivo castellano, pero si los escritores cultos lo tratan así, ¡qué no harán todos los demás!

El lenguaje de la Bolsa

Hay gente que defiende los toros, entre otras razones, por la riqueza y vistosidad del lenguaje taurino. Por razones similares, yo debería detestar la Bolsa, o, por mejor decir, la manera que tienen de hablar de la Bolsa los supuestos entendidos. Para aborrecer a la Bolsa por otras razones, ya tengo yo mis motivos, y no pienso confesarlos ni bajo pena de martirio, lo único que les digo es que me estuvo bien empleado.
El hecho es que cuando voy solo en coche, y solo en esas contadas ocasiones, aunque no siempre, escucho los debates e informaciones de Radio Intereconomía; me relajan y me divierten, no les pido más. La razón por la que me entretienen tiene que ver con lo que tengo por formas de expresión absolutamente ilógicas pero, en el fondo, frecuentemente llenas de buen sentido, no sé si también de buena intención. Por ejemplo, el otro día un experto hablaba del comportamiento de una compañía cuya cotización había experimentado “una serie de mínimos crecientes sucesivos”. Supongo que quería decir que la cotización estaba baja pero que iba subiendo un poco, pero tal vez sea yo demasiado simple para entender esta clase de misterios. Otra cosa que me hace gracia es cuando se afirma que el destino de la cotización de una compañía que forma parte del Ibex dependerá de la evolución del Ibex. Este punto de vista resulta consolador, pero levemente ofuscante. Porque, o bien el destino del Ibex depende de las compañías que lo forman, lo que parece razonable aunque un poco tautológico, o bien no, y entonces debería depender de algo distinto al propio Ibex, pero lo que no hay manera de entender, me parece, es que la cotización de una sociedad que forma parte del Ibex dependa de lo que le pase al índice que dependerá de lo que le pase a ella, digo yo. Es verdad que esta circularidad sirve para entender que las tendencias generales marcan mucho, pero uno esperaría de los expertos en Bolsa que fuesen algo más precisos, aunque resultaran menos divertidos.

Y dale con el subjuntivo

Es decir, con su desuso. Ya he renunciado a relatar los innumerables ejemplos que me atormentan con la confusión de puedo y pueda, y un sinfín más de casos similares, con la absoluta ignorancia de los tiempos verbales más complejos del modo, etc. A veces me sorprendo omitiendo un subjuntivo de libro y se me hiela la sangre; no sé si lograré resistir. Hay un programa de esos de cultura en que en ocasiones se emplea la campanilla para señalar las posibles incorrecciones verbales de los presentes, todos ellos escritores de postín e intelectuales de tomo y lomo; me he tragado algunas omisiones sin que el campanillero se inmute, pero no estoy dispuesto a olvidar que una amiga, catedrática de literatura, para más inri, dijera algo como esto: “no es fácil asumir que los lectores pueden no enterarse de lo que el autor quiere decir”… con lo bien que habría quedado diciendo “no es fácil asumir que los lectores puedan no enterarse de lo que el autor quiera decir”… A mí me parece que es más claro y que, además, hubiese sonado mejor, pero me voy sintiendo cada vez más raro en medio de esta aniquilación de una especie tan hermosa y tan precisa. Debe ser cosa del exceso de información, que la gente ya no distinga, lo posible de lo real y lo real de lo fantástico…