La salida de Alejo Vidal-Quadras del PP y su anuncio de que se incorporará Vox ha permitido, entre otras cosas, calibrar la absoluta mediocridad intelectual y la bajeza moral de algunos que se tienen por personajes públicos. Aquellos que adoran a su partido como si fuese una divinidad, muestran el escaso aprecio que tienen de la libertad política al criticar a quien se va de sus filas por creer en conciencia que ya no se puede seguir apoyando a un partido que ha perdido el Norte y el sentido. Hacer esto, aunque se pueda estar equivocado, será siempre síntoma de grandeza y de dignidad, mientras que negar la realidad mientras se permanece al abrigo de unas siglas, por el mero hecho de haber significado algo, es muestra de pusilanimidad, de un cálculo de interés, y de cortedad de miras, las cualidades que los españoles detestan en los políticos. Creo, por supuesto, que personas honradas puedan seguir apoyando al PP, pese a lo que hace, pero no creo en los argumentos que solo muestran la bajeza moral de quien los esgrime, su íntima convicción de no ser nada sin su marca. Son personas que se olvidan de cualquier mirada crítica o inteligente a lo que están haciendo, hábiles en disfrazar su conveniencia de lealtad, pero nadie puede ser leal a otra cosa que a ideales, y nunca una mentira descarada y oportunista puede pasar por un ejercicio de valor político, de grandeza. El espectáculo que están dando algunos mediocres atacados de fidelidad perruna a quien los mantiene es de los que gustaría no tener que contemplar, pero el mundo es así.
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