Una lección

El señor Mourinho ha dado ayer una lección, de fútbol, por supuesto, pero una lección que vale para algo más que para ganar partidos. Tal vez me equivoque, pero me parece que lo que hace Mourinho es lo siguiente:

1. 1. Adaptarse a lo que tiene

2. 2. Simplificar los objetivos: ir a ganar

3. 3. Mejorar el rendimiento de su equipo con ideas originales, pero sujetas a los principios 1 y 2

4. 4. Convencer a sus jugadores de que eso es lo que hay que hacer, y tratarlos con rigor y afecto

Como es fácil de ver, se trata de un vademécum que también podría aplicarse a la política, por ejemplo.

El resultado es que ha ganado cuatro títulos en dos años con una plantilla que no envidiarían ninguno de los grandes equipos españoles, que ha conseguido el triplete con el Inter, eso que hizo el Barça el año pasado y que parecía imposible, y que ha ganado dos copas de Europa con equipos que no eran claros favoritos.

Ahora parece que podría venir al Real Madrid. La pregunta es si le van a dejar hacer lo que sabe hacer, o si le tenderán trampas escasamente sutiles. Es posible que el Real Madrid quiera seguir viviendo de la retórica valdanesca, de la inflación florentiniana, del poder de la marca: en ese caso Mourinho no podrá hacer nada y acabará, más o menos, como el segundo Camacho, pero dudo que se deje.

El fútbol profesional es pasto de memeces, pero también la ciencia sufre de esa plaga, por ejemplo; quiero decir que, más allá de las bobadas que se oyen a hora y a deshora, el fútbol profesional es una realidad muy compleja y que hay quien sabe entenderla y manejarla, y quienes no. Mourinho, como Capello, por ejemplo, sabe de esto, y si le dejan trabajar con una plantilla, mejorable pero excelente, como la del Real Madrid, llegará lejos. Al tiempo.