El balón de oro

Me cuento entre los que se han sentido decepcionados porque ni Iniesta ni Xavi hayan logrado el balón de oro que ha ido a parar, por segundo año consecutivo, a Messi. Sin embargo, vistas las explicaciones que se han dado del sistema de votos, encuentro lógica la decisión. Si realmente se tratase de hacer justicia a una temporada, y en función de los títulos, los dos jugadores españoles han tenido los mismos éxitos que Messi y, además, han ganado con enorme brillantez la Copa del Mundo, el máximo trofeo futbolístico.
Messi es uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, si no el mejor y es posible que sea más determinante que Iniesta o Xavi en el juego del Barça, pero no creo que haya sido eso lo que se ha premiado. El hecho es que Messi se ha convertido en un icono global del fútbol, un espectáculo en el que la imaginación es decisiva, tanto en el juego como en las repercusiones públicas, y el imaginario popular ha encumbrado a Messi, no sin razones.
De cualquier manera, la superioridad futbolística, al menos en este año, de Iniesta y/o de Xavi ha estado en que han hecho funcionar dos equipos muy distintos, el Barça y la selección española. Messi no ha sido capaz de hacer eso con la selección argentina y si yo hubiese votado mi dictamen habría tenido muy en cuenta esta razón, pero votan los que lo hacen y la marca Messi es ya inundatoria. Típico, al fin y al cabo, de lo que es el fútbol, algo en que las pasiones cuentan más que la geometría, que también juega, pero menos.

El fútbol y la pasión de los comentaristas

Ayer el Real Madrid ganó al Atlético de Madrid con tan solo veinte minutos de juego intenso; luego le dejó al contrario el manejo del balón, pero a mi entender, sin que nunca estuviese realmente en riesgo el resultado del partido, pese a lo cual algunos comentaristas trataron de estirar de manera inaudita la responsabilidad del árbitro en el triunfo merengue.
Me parece lamentable que no se haga entre los comentaristas un mayor esfuerzo por la objetividad, que para una buena mayoría de ellos el comentario futbolístico se reduzca a tratar de ganar las batallas perdidas por otros medios. Creo que este proceder, además de ser cansadísimo, estimula lo peor que hay en el fútbol, a mi entender aquello que el fútbol mejor podría combatir, esto es, la pasión ciega, la rabia, el desatino. Está claro que muchos ven y van al fútbol por pasión interpuesta, y eso no es malo, lo malo es que las pasiones sean tan elementales, tan necias.
Lo peor que tiene ese tipo de comentarios es que se olvida de analizar lo que el fútbol es realmente, su técnica, sus azares, su dinámica para sustituirlo por una pelea tan imaginaria como inútil en la que el protagonista ya no es el fútbol real sino esa sombra pasional informe y lela con la que tantos lo confunden.