Categoría: SGAE
Una nueva idea de la SGAE
Sobre descargas ilegales
Hay mucho follón y griterío sobre piratas y delincuentes contra la propiedad intelectual y convendría no pasar por alto alguna que otra enormidad. El derecho de propiedad intelectual es un derecho que hay que definir con sumo cuidado porque, por definición, la propiedad intelectual, a diferencia de cualquier otro tipo de propiedad, tiene dos características fundamentales; en primer lugar no existiría si no se pudiese compartir de alguna manera el bien que supuestamente protege, de forma que el autor está siempre bordeando una especie de descapitalización cuando da a conocer su obra y, a su vez, no puede obtener nada de ella mientras no la haga pública; en segundo lugar, por tanto, la propiedad intelectual es un concepto que protege, sobre todo, la autoría moral del creador, pero que no puede extenderse sin mucho cuidado y sin que medien disposiciones legales precisas a las copias o ejemplares que reflejen el contenido de su obra porque aunque otros posean a su modo su propiedad (lean su libro, escuchen su música), eso no le priva de ella. Se trata pues de una propiedad muy sui generis.
No hay forma de establecer una norma general que regule precisamente este peculiar derecho y que sea inmediatamente aplicable a todo tipo de creaciones. Por ejemplo, sería absurdo que un pintor pretendiese cobrar una tasa a cada uno de los que ven un cuadro suyo previamente vendido, pero eso es, precisamente, lo que pretenden, y frecuentemente consiguen, los músicos y las entidades que gestionan sus derechos. La cuestión es que los músicos y los cineastas se han organizado muy bien (no así los escritores ni los pintores, por ejemplo) y ahora se encuentran con que los cambios de la era digital les privan de algunos ingresos porque está cambiando completamente el funcionamiento del mercado. Es explicable que pretendan combatir formas supuestas de abuso (las ventas de las llamadas copias pirata de sus CD o DVD, por ejemplo), pero no lo es tanto que pretendan colar esas restricciones de rondón en una ley que nada tiene que ver, ni en su enunciado ni en sus intenciones, con esa clase de derechos.
El problema es que en la red es bastante indiscernible la copia pirata que, en principio, podría ser sancionable, del préstamo entre amigos, por ejemplo, que no debiera serlo. No hay pues descargas ilegales hasta que una ley no las defina con toda nitidez y con respeto a las garantías y los derechos civiles de los usuarios. Y esa legislación habrá que hacerla con calma, y no a medida y urgencia de las cuentas corrientes de los beneficiarios.
Tratar de poner puertas al campo es siempre una política destinada al fracaso y que se entiende mal cuando se promueve por personas que no parecen estar en situación económica comprometida, aunque, como a todo el mundo, les guste ganar más. Llueve pues, sobre mojado. Los consumidores, y muchos autores de otros géneros, pagamos ya el famoso canon y estamos hartos de que los que tienen acceso a la sala de mandos pretendan apretarnos un poquito más. Si, además, amenazan con un exceso como cortar el acceso a Internet, la cosa empieza a ser intolerable. Es como si a alguien por robar en un almacén se le prohibiera conducir porque ha llegado al lugar del crimen en coche.
Que se lo piensen mejor los esforzados trabajadores de la cultura y sus expertos cobradores, porque van por el mal camino, incluso cuando pudieran tener razón.
Sexo, mentiras y cintas de video
El título de la estupenda película de Soderbergh me ha venido a la cabeza con motivo del último discurso del presidente del Gobierno ante el Congreso. El tema principal es la mentira, mucho empeño en crear una realidad paralela para seguir tirando, lo demás fuegos de artificio, otra maniobra de distracción en la que picarán coroneles torpes. El Gobierno ha superado hace ya tiempo la normalidad para convertirse en un auténtico caso: la explicación tendrá que ver con tuertos y ciegos, pero no voy a entrar en eso.
Los españoles no parecen ser plenamente conscientes de que la política del PSOE nos lleva, por emplear otra expresión cinéfila, a la tormenta perfecta, al desastre total. Una de las pocas virtudes del presidente es la audacia, pero la audacia sin prudencia se llama temeridad, y puede llamarse crimen. En una situación tan mala como la española, Zapatero persiste en errores que le son advertidos con alarma hasta por los suyos que conservan un adarme de buen sentido.
El uso orwelliano del lenguaje está quedando convertido en un juego de niños en comparación con el cuajo del Gobierno para cambiar el nombre de las cosas: Aznar es el causante de la crisis, la economía reverdece, los niños catalanes aventajan al resto de niños españoles en el conocimiento de la lengua común, vamos a superar la crisis con más gasto, y un sinfín de etcéteras que podrían argüirse y que harían patente que Humpty Dumpty era un mero aficionado en comparación con Zapatero a la hora de hacer que las palabras signifiquen lo que a él le pueda convenir.
Pero no solo las palabras se retuercen. Deberíamos ser muy conscientes de que el retorcimiento de las leyes es, ahora mismo, la técnica de gobierno más efectiva de la izquierda de que gozamos de manera aparentemente tan inmerecida. Bastará con recordar las ideas, por llamarlo de algún modo, de Zapatero sobre el significado del término nación o los trabalenguas con los trasvases y las reconducciones. Tal vez el caso más notable y reciente sea el de la reforma de la financiación de la televisión pública, y el apoyo consiguiente para la fusión de las cadenas amigas, al tiempo que se tapa la boca de los tibios. Se modifica lo que haga falta de la legislación y las condiciones de los concursos de adjudicación, de manera que el resultado sea el que convenga al Presidente y a su partido. De esta manera se obtiene dinero de todos para el disfrute del clan gobernante, sin que los suyos se le escandalicen porque se lo impide el estado de feliz inconsciencia en que les ha hecho caer el arrobo. Si Zapatero no tuviese que ganar elecciones, podría hacer suyo lo que dijo el presidente de la SGAE, que no estaban aquí “para ser simpáticos”.
Es muy evidente que esta izquierda que nos gobierna no cree en nada, pero, a cambio, es audaz, es decir, cree en sí misma, lucha denodadamente por su intereses sin que nada se interponga en su camino, ni leyes, ni diccionarios, ni lógicas. Tiene un método de explotación política que funciona bien, y lo aplica sin rebozo porque posee reservas de buena conciencia y de hipocresía literalmente inagotables. El apoyo incondicional de los suyos, a los que, además de halagar el oído, riega con abundantes regalías, no parece flojear, por el momento, de modo que no hay motivos para cambiar de catecismo. La izquierda es, además, previsora y ya se ha dado cuenta de la cobardía y sumisión de la derecha, de que el pacto con los happy few, siempre al servicio del que manda a ver qué se saca, le resulta suficiente para tener a la derecha en una suerte de impotencia crónica. Pero, por si acaso, la izquierda está empezando a practicar también la acción directa, como lo pone de manifiesto el reciente asedio a la Asamblea de Madrid. Si le salió a pedir de boca el cerco de Génova en plena jornada de reflexión (¡aquí no hay nada que pensar!), es lógico que ensayen diversas medidas de intimidación, si ven que algo se mueve: tienen para ello suficiente ejército de reserva en esa nueva clerigalla que vive de la sopa boba sindical.
¿Cuánto puede durar este sainete? Si de ellos dependiese, la temporada sería eterna. ¿Puede acabar con esta clase de espectáculos la oposición? Parece que Zapatero no tiene mucho miedo por esa parte, pero tal vez se equivoque. Lo que debiera ser evidente es que, en buena lógica, el electorado tendría que movilizarse en una gran operación de rechazo hacia esta superchería continua e irresponsable, pero, hasta ahora, no lo ha hecho. No hay que descartar que la cosa acabe haciendo realidad las teorías acerca de la cólera del español sentado, aunque para eso puede faltar todavía más tiempo del disponible. En medio de estas incógnitas, una democracia demediada y sin vitalidad se desangra. Como los conejos de la fábula, agonizamos discutiendo sobre galgos y podencos, en lugar de movernos en todas direcciones para que los cuentistas de este chapucero retablo de las maravillas tengan que salir por piernas del escenario.
[Publicado en El Confidencial]
Lo buena que es una ley
Un buen amigo, me manda un correo con este contenido que me pide difunda. Como estoy enteramente de acuerdo con lo que dice, así lo hago:
Lo bien que está hecha la ley:
SEÑORES LETRADOS, ¿ME PUEDEN ACLARAR ESTOS DATOS?
1. SUPUESTO
a) PEPE se descarga una canción de Internet.
b) PEPE decide que prefiere el disco original y va a El Corte Inglés a hurtarlo. Una vez allí, y para no dar dos viajes, opta por llevarse toda una discografía. La suma de lo hurtado no supera los 400 euros.
ACLARACIÓN: La descarga de la canción sería un delito con pena de 6 meses a dos años. El hurto de la discografía en El Corte Inglés ni siquiera sería un delito, sino una simple falta (art. 623.1 del Código Penal).
2. SUPUESTO
a) CARMEN se descarga una canción de Internet.
b) CARMEN va a hurtar a El Corte Inglés y, como se la va la mano, se lleva cincuenta compactos, por valor global de 1.000 euros.
ACLARACIÓN:
Seguiría siendo más grave la descarga de Internet. El hurto sería un delito, porque supera los 400 euros, pero
sería de menor pena que la descarga (art. 234 del Código Penal).
3. SUPUESTO
a) JOAQUÍN , en el pleno uso de sus facultades mentales, se descarga una canción de Malena Gracia.
b) JOAQUIN en un descuido de Malena Gracia, se lleva su coche y lo devuelve 40 horas después.
ACLARACIÓN:
Sería más grave la descarga. El hurto de uso de vehículo tiene menos pena, a tenor del artículo 244.1 del Código Penal.
4. SUPUESTO
a ) Ocho personas se intercambian copias de su música favorita.
b) Ocho personas participan en una riña tumultuosa utilizando medios o instrumentos que pueden
poner en peligro sus vidas o su integridad física.
ACLARACIÓN: Es menos grave participar en una pelea que participar en el intercambio de compactos. Participar en una riña tumultuosa tiene una pena de tres meses a un año (art. 154 del Código Penal)y el intercambio tendría una pena de 6 meses a 2 años (art. 270 del Código Penal). Si algún día te ves obligado a elegir entre participar en un intercambio de copias de CDs o participar en una pelea masiva, escoge siempre la segunda opción, que es obviamente menos reprobable.
5. SUPUESTO
a) JUAN copia la última película de su director favorito de un DVD que le presta su secretaria Susana.
b) Juan, aprovechando su superioridad jerárquica en el trabajo, acosa sexualmente a su secretaria Susana.
ACLARACIÓN: El acoso sexual tendría menos pena según el artículo 184.2 del Código Penal.
6. SUPUESTO
a) MÓNICA Y CRISTINA van a un colegio y distribuyen entre los alumnos de preescolar copias de películas educativas de dibujos animados protegidas por copyright y sin autorización de los autores.
b) MÓNICA Y CRISTINA van a un colegio y distribuyen entre los alumnos de preescolar películas pornográficas protagonizadas y creadas por la pareja.
ACLARACIÓN: La acción menos grave es la de distribuir material pornográfico a menores según el
articulo 186 del Código Penal. La distribución de copias de material con copyright sería un delito al existir un
lucro consistente en el ahorro conseguido por eludir el pago de los originales cuyas copias han sido objeto de distribución.
7. SUPUESTO
a) NACHO, que es un bromista, le copia a su amigo el último disco de Andy y Lucas, diciéndole que es el ‘Kill’em All’ de Metallica.
b) NACHO, que es un bromista, deja una jeringuilla infectada de SIDA en un parque público.
ACLARACIÓN: La segunda broma sería menos grave, a tenor del artículo 630 del Código Penal
8. SUPUESTO
a) ANTONIO fotocopia una página de un libro.
b) ANTONIO le da un par de puñetazos a su amigo por recomendarle ir a ver la película ‘La Jungla 4.0’.
ACLARACIÓN: La acción más grave desde un punto de vista penal sería la ‘a’, puesto que la reproducción, incluso parcial, seria un delito con pena de 6 meses a dos años de prisión y multa de 12 a 24 meses. Los puñetazos, si no precisaron una asistencia médica o quirúrgica, serían tan solo una falta en virtud de lo dispuesto en el artículo 617 en relación con el 147 del Código Penal.
Hala, chavalotes, ya sabéis: pegad, violad, acosad, robad, pero no uséis el emule. ¡A esto hay que darle la mayor vuelta posible por toda la red a ver si alguien con criterio pone algún remedio!
Por la transcripción.
Un Gobierno de partido
El nuevo gobierno de ZP es fruto de varias circunstancias. En primer lugar, es consecuencia del absoluto fracaso del Gobierno saliente, un grupo desconcertado de ministros en el que, los que tenían un mínimo de sensatez y de independencia, estaban deseando dejar de serlo. En segundo lugar, es digna muestra de la improvisación sistemática que caracteriza el estilo político de su presidente, amigo de hacer y deshacer gobiernos en los que nunca quedan claras ni las competencias, ni los programas. Hoy, por ejemplo, se le quita a Ciencia e Investigación lo que inteligentemente se le había dado ayer, o se le resta el deporte a Educación para hacer que dependa directamente de Presidencia, como en Cuba: Zapatero no se resigna a no apuntarse las medallas y los campeonatos que se adivinan porque teme que, a la postre, serán sus únicos trofeos. El nuevo Gobierno tiene tantos parches que apenas queda nada nuevo en él.
Lo peor del Gobierno es, sin embargo, su partidismo. No me refiero, como es lógico, al PSOE, que también tendrá sus quejas, puesto que al fin y a la postre, el partido gana las elecciones, sino al hecho de que ministros como la de Cultura representen de una manera tan sesgada el conjunto de problemas que se supone tienen que afrontar. Cultura es el caso más espectacular, pero no es el único. Enrocarse en una tanqueta de
Zapatero ha comenzado a instalarse en el bunker. Se rodea de los más fieles, de los menos propicios al libre juicio de las cosas. Se prepara para una defensa a ultranza de lo que le queda a la espera de que el enemigo se agote contra gente tan correosa y pueda haber ocasión de nuevas descubiertas. Sus victorias electorales han sido tan peculiares que no me atrevería a asegurar que vaya a equivocarse, pero hay que constatar que está pensando más en los errores del adversario que en los aciertos propios. No hay en el gesto fundador del nuevo Gobierno ninguna apuesta por una política renovada; es, tan solo, un pacto de intereses mínimos pero bien cohesionados que trata de fortalecerse mostrando solidez y exhibiendo su fuerza sin rebozos, a la espera de que el respetable se achique y decida refugiarse en el santo temor de lo nuevo, ponerse al abrigo de esa incierta libertad de la que Zapatero y los suyos no nos consideran capaces.
[Publicado en Gaceta de los negocios]