Categoría: terrorismo
La trampa del terror
El terrorismo disfrazado de acción cívica
Miedo al terror
Maneras de mentir
Silencio, se paga
No hace falta que la España de Zapatero tenga un lugar en Facebook en el que informe a los señores terroristas, extranjeros, de momento, de que nuestro gobierno paga bien los rescates en caso de secuestro, porque seguramente se habrán enterado ya con las brillantes ejecutorias de los casos Playa de Baquio y Alakrana. Ahora parece que el gobierno ha soltado ya su primer plazo para liberar con éxito a los cooperantes retenidos en Mauritania.
Algunos desalmados pensarán que el Gobierno actúa en estos asuntos con descuido o con hipocresía, cuando, en realidad, lo que hace es guardar la debida discreción para proteger los altísimos intereses del Estado, que nadie confunde, faltaría más, con las conveniencias electorales de ZP.
¿Por lo demás, para qué está el dinero público si no es para salvar vidas humanas? Si se hace con discreción, como es el caso, se puede aparentar la firmeza conveniente mientras se ejerce la cintura zapateril, la esencia de la democracia. Si los secuestros se repiten no será por culpa del Gobierno, que hace todo lo posible para elevar el nivel de vida de los secuestradores, de modo que puedan abandonar unos hábitos tan insanos como inapropiados a la alianza de civilizaciones que avanza irrefrenable, sino porque la derecha se dedica a criticar al Gobierno, y los secuestradores aprovechan la deslealtad del PP para secuestrar a más españoles, incluso a catalanes, con lo que eso tiene de especialmente doloroso para nuestro líder intergaláctico, al decir de los pajinianos.
ZP es un calderoniano y sabe que todo en la vida es sueño, y que si se sueña con la paz se obtiene la paz, si se sueña con la prosperidad, se sale adelante, mientras que, como se ha visto recientemente, la derecha solo sabe hacer peinetas a los jóvenes manifestantes, idealistas, pacifistas y solidarios.
Lo que pasa es que ZP es muy respetuoso y no quiere que nadie se lo pueda tomar a mal, pero su pensamiento es muy claro: que todos se callen, que paguen los impuestos sin rechistar y que se olviden de las cosas que son propias del gobierno, democrático, por supuesto, Si le hiciésemos caso, ¡qué felices podríamos ser!… pero algunos insisten en pensar por cuenta propia, con lo complicado que es, y eso es lo que trae la bajada de popularidad de ZP, pero si se callan, como deberían hacer los buenos patriotas, verán como remonta de nuevo para dirigirnos hacia conquistas sociales inauditas y, por supuesto, hacia la paz.
No es un atentado
He oído al presidente del PP solidarizarse con los familiares de los soldados españoles que han resultado víctimas, dos muertos y varios heridos más, durante un ataque de los talibanes en Afganistán. Mariano Rajoy ha empleado para referirse al suceso el término «atentado», que por lo demás es el que emplea casi toda la prensa española (para el resto la noticia no existe). Siento discrepar, pero no me parece razonable que se llame atentado a lo que es una acción de guerra. Podemos engañarnos cuanto queramos, pero en Afganistán hay guerra y los soldados están allí en misión de paz únicamente en el sentido en el que se supone que cualquier guerra se hace (cuando se hace con justificación) para conseguir luego una paz mejor, más estable y más justa. No hay nada, salvo nuestra resistencia a mirar a las cosas de frente, que nos permita considerar el hecho como un «atentado terrorista». Ha sido un ataque guerrillero a tropas que operan en un país que no es el suyo, por mucho que queramos olvidarlo e independientemente de que nos parezca, como a mí me parece, por ejemplo, que hay razones sobradas que justifiquen esa presencia.
El intento de moldear la realidad cambiando las palabras es tan viejo como la política y no debería escandalizar a nadie. Es un arma de primera calidad en manos de los gobiernos y nuestro presidente ha dado varias muestras de maestría al respecto. Lo que me asombra es que quienes se supone que debieran aspirar a derrotar pacíficamente al gobierno de turno empleen de manera tan liviana los términos que convienen a sus contrarios. Ya hace mucho que dijo Martín Fierro aquello de los teros que en una parte pegan los gritos y en otra ponen los huevos. Lo asombroso es que haya avecillas despistadas que peguen gritos por imitación sin saber dónde tienen realmente los huevos, si es que los tienen.
[Publicado en El estado del derecho]